Alrededor de 40 Participantes - Conferenciante Pablo Olavide.
Aunque mi vida profesional ha girado en torno al mundo
aeronáutico dentro del Ejército del Aire, mi verdadera vocación siempre estuvo
volcada en la naturaleza. Mis primeros recuerdos infantiles están ligados a la
voz profunda y seductora de Félix Rodríguez de la Fuente en aquellos míticos
programas de Planeta Azul y El Hombre y la Tierra. Por aquellos
años, yo quería tener un jersey de cuello alto y un zurrón para dedicarme a la
cetrería como mi admirado Félix y pasarme los días enteros en el campo. Luego, pensé
hacerme pastor trashumante, pero mis padres, con buen criterio, me aconsejaron
que hiciera la carrera militar en Aviación para ser un “hombre de provecho”. Les
hice caso, sin embargo, aquella semilla que plantó dentro de mí el doctor
Rodríguez de la Fuente ya había germinado.
Compaginándolo con mi trabajo, empecé a interesarme por todo
aquello que olía a campo (incluido unas buenas gachas), a comprar cientos de
libros y revistas que hablaban de tierras lejanas y próximas y a visitar todos
los Parques Nacionales que tenía ocasión. Me encantaba aprender de todas
aquellas personas que sabían más que yo: profesores, naturalistas, guardas o
pastores. Mi espíritu combativo me llevó a alistarme en varias organizaciones
conservacionistas (WWF, ADENA, FAPAS…) y en el año 90 me hice socio de la
Sociedad Española de Ornitología; ¡ir a ver pájaros me parecía la excusa perfecta
para salir al campo!
Dentro del Ejército del Aire, tuve la suerte de poder volar
con los hidroaviones que luchan contra los incendios forestales. He de
reconocer que aquel fue mi mejor destino ya que me permitía proteger, en cierto
modo, aquellos bosques que había recorrido bien con mis botas o mis pensamientos.
Hace unos años, un buen amigo me invitó a pasear por las
dehesas de Colmenar en compañía del club de montaña Mirasierra. Pocas cosas tan
acertadas como aquella; aquel día conocí a un gran grupo con los que he
compartido buenas caminatas y conversaciones por los caminos y senderos del
Guadarrama. Desde entonces, nombres tan sugerentes como Bailanderos, La Najarra,
La Maliciosa o Navarrulaque se hicieron familiares para mí, como si se tratase
de un código secreto que compartía con los demás miembros de Mirasierra.
Sin lugar a duda, la naturaleza une a buenas personas y saca
lo mejor de nosotros. Solo tenemos que cerrar los ojos, respirar, sentir y
dejarnos llevar por el espíritu de lo salvaje.
Hace un par de años, el Ejército del Aire (y del Espacio)
prescindió de mis servicios. Pensó que 41 años con ellos era tiempo suficiente
y que merecía un descanso. No les hice caso. Volví a acariciar la idea de
hacerme pastor trashumante, pero, esta vez, fueron mis hijos los que me sacaron
las ovejas de la cabeza. Así que decidí matricularme en Ciencias Naturales en
la Universidad de Alcalá para seguir siendo un “hombre de provecho”. Me hice
“amigo” del Jardín Botánico para navegar por un mar vegetal con nombres en
latín. Beber vino tinto los lunes con mi amigo Jesús y hablar de lo humano y lo
divino. Leer poemas de amor mientras paseo por el pasillo de mi casa. Y salir al
campo…, a veces solo y otras, en buena compañía.
Hoy estoy aquí para hablaros de árboles, de árboles del
Guadarrama.
El Cuaderno del Navegante 19 de marzo de 2024
Pablo Olavide
P.D. Para Juani, allá donde esté, que siempre estuvo dispuesta a escuchar mis relatos de pájaros, árboles y pastores trashumantes.
Buenos días senderistas,
https://maps.app.goo.gl/
No hay comentarios:
Publicar un comentario