Domingo 22/1/2017
22 Enero 2017 El Yelmo

El domingo 22, puntuales como siempre, asistí, entre perplejo y fascinado, una vez más, a esta querida Pedriza con el objetivo puesto en la cima del Yelmo.
Fuimos muy bien guiados por Antonio, otros nueve montañeros entusiastas: Toño, Chelo, Mar, Fernando, Francisco, Mamen, José Antonio,Carmen y José Ignacio.
En mi recuerdo y en mi corazón palpitaba todavía la poesía de Unamuno que Pedro Nicolas nos había leído dos días antes en el Club Mirasierra. "Yo como tú, montaña, soy montaña//y siento que eres, como yo, persona,//nos cubre el cielo con igual corona//y ambos salimos de la misma entraña."
¡¡¡Qué lujo poder acceder a estos riscos tan intrincados de la Pedriza, que se encuentra a 40 kilómetros lineales de Madrid !!!.
Discurrimos  por caminos borrados por la nieve que nos obligaron a variar el rumbo hacía El Yelmo porque el hielo en su variedad de "verglas" nos podía jugar una mala pasada. Al final llegamos por otro camino más estirado a la base del majestuoso Yelmo. 
Decidimos finalmente no atacar la cumbre porque la chimenea final de acceso estaba también recubierta con "verglas".
Una vez más disfrutamos de un precioso y luminoso día con algún resbalón divertido en la bajada. Adjunto una foto de recuerdo de las "tres gracias" ante las que posaron Chelo, Mar, Mamen y Carmen. 
Lo siento pero hoy faltan referencias exactas a encrucijadas, collados, cuerdas..... El Yelmo, al igual que la cuarta Torre el domingo anterior, quedan para otra ocasión. La montaña, una vez más, nos pone en nuestro sitio y nos obliga a decir que no pero disfrutamos y desconectamos de todo.
Termino con dos cuartetos más de Unamuno, inspirados en la sierra de Gredos. 
"Cual en la tuya brotan en mi cima
relámpagos y rayos de tormenta,
un mismo jugo a tí y a mí alimenta
y un espíritu mismo nos anima.
Tú me darás sostén y yo a tí vuelo
y a ambos Dios nos dará de su conciencia,
e hijos suyos así, ante su presencia,
rodaremos sin término en el cielo"
Un fuerte abrazo a todos. José Ignacio

Descubriendo el Monte de El Pardo:
Si rectificar es de sabios, en el grupo tenemos dos: Uno por su machacona insistencia de cambiar la senda Ortiz por el Monte del Pardo, y otro por su flexibilidad para aceptarlo nada más escucharlo... me dijeron.
Pues a las 0830 estábamos como Omegas en la puerta del Club, y allí empezaron los recuentos, que si fulanito no viene, que están aquí menganita y zutanito, que no estaban apuntados. Total un caos.
Menos mal que Gloria tomó cartas en el asunto, nos hizo poner los cinturones de seguridad y tras contarnos tres o cuatro veces, decidimos que éramos...unos diecinueve.
Nos dirigimos en cinco bólidos a un hueco en la pared del Monte del Pardo que atravesamos y sin dejar dicho muro a nuestra derecha, hicimos un primer descansito admirando el palacio de caza del Conde de los Arcos, hoy perteneciente al Patrimonio Nacional.
El muro que seguimos, nos dijo José Vicente, lo mandó construir Carlos III, el de las pesquerías, y es admirable el buen estado en el que se conserva. Continuamos entre encinas, algún alcornoque y unos fresnos despistados hasta cruzar la carretera El Pardo-Fuencarral, y de allí a poco más de un kilómetro, tuvimos ocasión de subir a un mirador con una vista espléndida de la sierra, que tiene muy poca nieve, el Valle de los Caídos y el Escorial, con las Machotas allí cerca y las ya famosas cuatro torres de la Castellana, a la espera de la quinta.
Bajamos entre pinos hasta las proximidades del Palacio del Pardo. No entramos porque parece que no se les avisó y no tenían preparado el tentempié. Habrá que corregir esto.
Durante todo el camino se oían voces de ¡caos! ¡caos! y yo no sé a que se debían, porque José Vicente llevaba muy muy en la mano el grupo, reunido y controlado.
Al llegar a las inmediaciones del Palacio estas voces, casi gritos, se multiplicaron: ¡caos!, ¡caos!. Ya me contaréis la razón de las voces.
Regresamos por otro de los muchos caminos del Monte. Esta vez siguiendo una alambrada que separa la zona donde están los animales casi en completa libertad. Durante toda la jornada, nos cruzamos con muchos jinetes, y como suele ser habitual, con muchos ciclistas.  
Junto a unos restos de una casa derribada, posiblemente por incumplir alguna norma, repusimos fuerzas. 
Volvimos a cruzar por el mismo sitio la carretera de Fuencarral, y al poco llegamos a un merendero donde dimos buena cuenta de unas cervecitas y donde, tomando el sol, descansamos otro poquito.
A un par de kilómetros, dejando el ya citado muro a nuestra izquierda, llegamos a la explanada donde dejamos los coches.
No me queda si no agradecer a Gloria, Begoña, Paz, Melanie, Mariane, Esperanza, Joaquín, Margarita, Elena, Katinka, María Lamo, Rocío, María Franco, Ana, Coro, Alfonso, Carmen, y muy especialmente a nuestro guía, José Vicente el buen rato que pasamos juntos.
Lo dicho, una marcha muy bonita, de la categoría de las repetibles y disfrutonas, ¡un caos!
Un abrazo y feliz semana.

 Gonzalo Fernandez Lamana



Crónicas del domingo 15/1/2017

Montañeros: Las Torres de la Pedriza. 

Con la habitual puntualidad, nos citamos en Canto Cochino 11 montañeros: Chelo, Mar, María, Antonio, Reynaldo, José Antonio, José Ignacio, y los recién incorporados al grupo, Paco y Carmen y Javier a los que les damos la bienvenida.

Hemos disfrutado de un extraordinario día de montaña invernal el cual, en su máxima expresión, nos ha impedido alcanzar el objetivo propuesto inicialmente: la ascensión a la cuarta Torre. Pero no importa porque el resto de la ruta prevista la hemos podido hacer, con interesantes variantes, que hemos improvisado sobre la marcha.

Sobre el itinerario previsto, al cabo de hora y media ya estábamos metidos de lleno en la Canal de las Abejas dejando a la derecha el camino del Collado de la Ventana, habiendo ganado 500 metros de desnivel. Hacia la mitad de la Canal hacemos una breve parada para recibir el primer sol de la mañana y poner en común las primeras sensaciones del grupo y la motivación no puede ser mejor porque ante la posibilidad que valoramos de variar la ruta, todos aceptan unas nuevas variantes para alcanzar, al pie mismo de la Esfinge, el camino que viene del Collado de la Ventana. Es una ruta diferente, más exigente y que todos querían conocer pues no es muy habitual pasar por ahí. Se trata de enlazar dos canales o callejones, de los Hermanitos y de la Esfinge, que transcurren por los clásicos rincones del Pedriza profunda entre riscos de singular belleza. Confieso que ante la dificultad que preveíamos de alcanzar la cumbre nos planteamos un objetivo extra que diera más valor añadido a nuestra excursión; y bien seguro que lo conseguimos.

Una vez situados en el camino principal, las Torres aparecían a una hora de camino entre nieblas y nubes que se movían a gran velocidad lo que nos indicaba el fuerte viento que habría allí arriba y del que intensas ráfagas nos obligan a ponernos todo el equipo de protección. Efectivamente, a las 12 del mediodía, después de tres horas y media, alcanzamos el Collado que da acceso a la vertiente norte y en dónde no encontramos cobijo para reponer fuerzas pues el viento nos ataca por todas partes.

No hace falta decirnos nada. La arista de la cuarta Torre está helada y el viento hace imposible la ascensión pues de haberlo hecho las probabilidades de volar materialmente desde la cumbre hubieran sido más bien altas. Así que al Collado del Miradero con mucha precaución pues el camino estaba oculto por la nieve y el hielo y allí sí pudimos comer algo al abrigo de unas rocas orientadas al sur. Las reservas estaban al límite y rápidamente desaparecieron todas las viandas, entre otras una caja de mazapanes sobrantes de la Navidad.

El resto ya tiene poco que contar pues en dos horas, a las tres de la tarde, estábamos en Canto Cochino con la promesa de volver cuando las condiciones lo permitan.

Ha sido un gran día con un gran grupo .Feliz semana a todos.

Un abrazo. 

 Jose Antonio Gutiérrez

Senderistas:La Junciana y La Perdiguera 

Pues fue llegar a La Morcuera y Gloria, agitando ya desde lejos lo que se veía de ella (no podía dejar de hacerlo por el vientorro que hacía) señalaba que media vuelta ( y eso que dos pillaos nos habían pitado adelantado por las curvas camino del Puerto porque tenían prisa… por llegar y también darse la vuelta…) Y todos decidimos cambiar,  salvo José Vicente, que empeñado en subirse a todo - Morcuera, y si se ponía, la cuerda larga completita- y es que  como buen jubilata (no desocupado por lo que se sabe) quería ir contra viento y ventisca, y menos mal que le retuvimos porque si no, como Reynaldo nos tiene acostumbrado, se va como Adán él solo y su camisa, que parecía que el forro le sobraba, para asombro general.
Porque la ventisca que enviaba trocitos  de nieve que se clavaban como alfileritos en los que habían llegado antes, aconsejaron ni bajarse del coche y poner rumbo al lugar que, con acierto, Alejandro propuso, y que no fue otro que uno bien recordado con Jesús: volver hacia Soto del Real y “peñas arriba” – por aquello de exagerar – ir caminito de la Hacienda Jacaranda que une a su belleza que no te dan ni una cerveza (los fenicios no debieron pararse por ahí).
Cambió el tiempo, lo suficiente como para ir abrigados, pero pudiendo recorrer bien y sin resbalones la vereda que lleva primero a la Ermita de San Blas, y departir (yo lo hice y me entendieron) con tres ponis que acudieron presto a lo que se pudiera almorzar y algo les dio Gloria que se relamieron bien. Y siguiendo su ejemplo (el de los ponis) nos fuimos trotando por los senderos que suavemente se entrecruzan (tan suave que encontramos a medio centenar del Inserso, bien que bajando, por la senda que llevábamos. Y bueno, también algún ciclista enloquecido que dejaba a Perico Delgado  y a Federico  Baamontes, más lentos que el caballo del malo, y que estaba dispuesto a atropellar a los nueve esforzados senderistas, lo que casi logra entre tacos, palabros que hasta Katinka entiende ya sin esfuerzo).
Alejandro, puesto en Guía Mayor, aprestó a la tropilla y nos sorprendió con un invento nuevo que llevaba en el sonotone o como se llame el asunto al que se le da un botón, se habla y alguien, incluso quien no quieres, te escucha. Todo un ingenio de la modernidad gracias al cual no conseguíamos perdernos. El programita de marras del teléfono guapo (traducción  literal para no iniciados) te lo dice todo, pero tienes que saber trigonometría para comprenderlo, lo que parece que han logrado ya algunos, Alejandro incluido, porque siempre sabía enseñarnos donde estábamos, qué habíamos hecho (me refiero a caminar, naturalmente) y cómo volver. Habrá que hacer una maestría para estar a su altura técnica.
Seguía cambiando el tiempo, y nos paramos, confiados, en un riachuelo en el que habían cortado troncos muy a propósito para sentarnos, lo que hicimos en buena compaña y armonía, aunque heladitos se nos quedaron luego los dedos, porque nos habíamos confiado demasiado. Pero el piscolabis, bien tomado, reforzó rápido el ánimo y continuamos por la senda, hasta que incluso salió el sol, momento de parada y foto, para volver por nuestros pasos. Pasos que nos llevaron en Soto a un buen mesón, en que dimos tabernera cuenta de lo que se nos ofrecía, y allí nos invitaron amablemente a patatas primero y chorizo, excelente, después, todo de la huerta del restaurante (EL CAZADOR) y ninguno/a, ni féminas ni machotes (por decir algo bueno de los muchachos) hicimos el menor reparo. Era un gusto comprobar como el paladar de Katinka se había acostumbrado sin límite a nuestros gastronómicos productos serranos, que desde luego todos bien compartimos, y todas, Coro, Rocío (que promete espárragos de su tierra en próxima aventura serrana) Begoña, a la que hay que animar a que se afirme en su voluntad de perseverar con esta tribu, Isabel, (a quien veíamos cómo Alejandro siempre pedía consejo, o algo parecido) y desde luego José Vicente y un menda, hubimos de recrearnos casi como primer plato dominguero, como se habrá demostrado, supongo, al llegar a casa doblemente satisfechos, de la caminata tan bien organizada por Alejandro, (su programita ese es mero auxilio como monaguillo al Capellán) y de las viandas degustadas en tan cordial taberna, recomendable para futuras excursiones
Y acordándonos de Jesús, recordando que Rafa estará ya, a traición, preparándose para hacerse ochomiles y llenos de buen contento, nos volvimos a la capital para sufrir otra semanita delante del  ordenador, que todo lo sabe, menos, afortunadamente, subir a la sierra (¿Para cuándo un robot que te lleve la mochila y te cante “montañas nevadas”?)





Jose Eugenio Soriano



Marchas de 8/1/2017

Montañeros: 

El Mondalindo; Viky Cadahia
Queridos amigos, como breve crónica sólo destacar el espléndido día que ayer nos regaló la inmensa naturaleza de nuestra sierra madrileña. Como siempre pasamos un día estupendo de compañerismo y de disfrute, con un sol radiante en la subida desde Bustarviejo a la cima del Mondalindo, pico emblemático de la Sierra Oeste (1832 m).
El Mondalindo (La Peña de Don Galindo en el “Libro de la montería” de Alfonso XI) está situado entre la Sierra de La Cabrera y la Sierra de la Morcuera.
Empezamos con un amanecer frío, que fue tornándose en una calurosa mañana de este invierno tan atípico y seco.
Nos reunimos Juan Carlos, Mamen, Chelo, Toño, José Antonio, Gloria, Francisco, Iñigo, Alfredo, Jorge, José Ignacio y Fernando, estos dos últimos amigos estrenaban con nosotros su primera marcha en nuestro club, les damos un caluroso recibimiento. Ah! Y la que os lo cuenta, en total 13 montañeros.
La marcha muy cómoda, aunque exigente para los tipos navideños desentrenados por el turrón y los polvorones. Hicimos 13 kilómetros en total, un desnivel acumulado de 800 metros y acabamos pronto, por lo que nos dio tiempo para tomar nuestras habituales cañas con ricas tapas, más abajo en Soto del Real. Así celebramos el comienzo del año y retomamos la práctica tan saludable de montañismo.
Muchas gracias a todos por los buenos momentos y hasta muy pronto.
Un abrazo
Viky

Senderismo: La Alabardilla; Paz Vizcaino:
Madrugón dominical, para disfrutar del día
José Vicente es el guía, y el tiempo… primaveral.
Comenzamos a las nueve, puntuales a la alemana,
Ni rastro hay de la nieve… comienza la caminata.
Desde el Puerto de Canencia hacia la Albardilla
Hemos caminado… una gran pandilla:
1.    Jose Vicente es el jefe
2.    Gloria, controla a la panda
3.    Sonsoles marcha contenta (tras el estrés confesado)
4.    Rocio siempre sonriente
5.    Elena a paso seguro
6.    Esperanza y Joaquín, encantados con el grupo
7.    Enrique hoy va de estreno
8.    Lola, intrépida guía en las subidas
9.    Pilar, contagiándonos siempre con su alegría
10. Kaos cuida de la manada
11. Paz que, haciendo honor a su nombre, altera la paz reinante…

El principio va entre bosques, bajo estilizados pinos.
Pronto la ropa empieza a sobrar, porque el 8 de Enero… esperábamos más frío.
Las paradas del “destape”… (sólo las prendas de abrigo… mal “pensaos”!!!)
servían de descansito a todos… menos a Kaos.

Y así seguimos subiendo hasta salir del bosque y poder contemplar
La preciosa panorámica desde el “Collado bonito… perdón… “Hermoso”
No hay pista forestal que se nos resista a los aguerridos senderistas.

Cruzamos la alambrada y empezamos a subir hacia Cabeza de Braña.
Se oye a alguien recitar el famoso refrán español:
«Pa las cuestas arriba que me den mi burro… que las cuestas abajo… Yo me las subo!!!»

En llegando a la cima empiezan los comentarios:
ü   “Esta ruta ya me suena… aquí se nos perdió alguien…”
ü   “Esta ruta no es tan plana… ya verás tú la bajada”
ü   “Rafa nos vuelve a engañar… venga a subir y bajar”
ü   “Esto de dificultad baja… ná de ná”
ü   “Esto es casi montañismo…”
ü   “Vaya primera excursión para bajar el turrón!”

Enrique se adelanta sigiloso
y arriba nos espera… contemplando el panorama.
Cuando los demás llegamos, Gloria le habla y Kaos le ladra,
por haber dejado a la manada… abandonada.

En la Cabeza de Braña se quedan Joaquín y Esperanza
Tomando el sol… no es mala opción. 

Los demás continuamos descendiendo la ladera
Caminando entre retamas, a veces no se nos ve.
Claro que nuestra estatura… en fin… no insistiré.

Bajamos, bajamos y bajamos… hasta llegar abajo (normal…)
Pero… qué curiosa es nuestra mente…
Todos sin excepción…
en la subida de luego íbamos pensando con resignación.

Al llegar abajo y contemplar la Albardilla, con el Mondalindo detrás,
nos surgen algunas dudas
“¿Nos quedamos ya aquí o seguimos adelante?”
Pero pronto se disipan…
Todos pensamos lo mismo…
“O cumplimos el plan de Rafa o qué cante!!!”

Así que con valentía emprendemos el ascenso
Que pensando en el bocata se hace más llevadero.

Llegamos hasta las rocas que coronan la Albardilla
Foto de grupo, más risas…
Preciosa vista de los alrededores
Somos unos campeones!!!

El Jefe nos llama a filas
“Nos vamos que se hace tarde, que volver aún son dos horas”
Todos a una… como Fuenteovejuna… obedecemos!!!
Que obedientes… Sí que “semos”!!!

La subida cuesta arriba (suele ser así…)
se hace más corta al esquivar las retamas
gracias a nuestros guías de lujo: Enrique y Lola.
Con esta imponente gesta Enrique se gana el perdón
Y es redimido por Kaos de su anterior “pecao”

Cada uno va a su ritmo.
Coronan Lola y Enrique,
Tras el camino encontrar.
Kaos sube y baja sin parar,
hasta ver llegar a Paz.
Luego siguen los demás...
Sonsoles, Gloria, Pilar...
despacito y buena letra...
Que a tan ilustres caminantes,
Con sus sonrisas radiantes...
Nada las puede parar.😜

Y en la cuesta abajo, Paz y Kaos bajan zumbaos.
Según Joaquín: triunfo para Paz
¡Gracias amigo!, pero si he de seros sincera…
Mi preocupación verdadera
era…
No tropezar!!!

Y así, tras una excelente mañana, terminamos esta crónica con esta estrofilla…

«En lo alto de la Albardilla Celebramos el Año Nuevo con dátiles y bizcocho,
Y desandando lo andado, nos despedimos de nuevo Hasta el domingo a las ocho

Gracias a todos y FELIZ SEMANA

Paz


Que disfrutéis la semana

Un abrazo

Rafael Garcia Puig

31/12/2016: Marcha a La Najarra:

Querido Rafa:

            Cuando subía en el coche hacia la Morcuera abrí tu mensaje para comprobar con quien teníamos que encontrarnos en el puerto y leí: “Propongo a Reynaldo para el privilegio de hacer la última crónica del año”. Hace un mes, en una de la marchas, mencioné la inderogabilidad singular de los reglamentos y quedé sorprendido por el interés que causó la expresión, me estuvieron preguntando lo que significaba, su alcance, la generalidad de la norma, la interdicción de su alteración arbitraria, los privilegios... Respecto de estos dije que eran un cáncer y que las discriminaciones positivas no eran otra cosa que encubrirlos, hay que acabar con ellos y ellas. No estuviste, pero me temo, que aunque hubiese estado respaldado por el mejor saber y didáctica de José Eugenio Soriano no habría sido capaz de explicártelo, porque en este país no sabemos para que sirve el estado de derecho. Claro que si España que lo ha formulado en la primera línea de su constitución y en el artículo 9.3 no lo sabe ¿cómo vamos a saberlo en un pequeño club de montaña del suburbio norte de Madrid?

            Aceptado el privilegio por venir de la autoridad de la que viene, tengo que reconocer que no me gustó la encomienda. Hay actores a los que contratan para hacer siempre el mismo papel, por ejemplo el de vampiro, el de rubia tonta y explosiva, el de malo malísimo... Vemos como procuran desencasillarse y hacer otra cosa, porque si se pasan de moda los vampiros o las rubias tontas se quedan sin trabajo. Los malos malísimos siempre tendrán una oportunidad, aunque sea poco edificante. Lo mismo pasa con los escritores, Arthur Conan Doyle era tenido en consideración por ser el autor de Sherlock Holmes y llegó a matarlo porque se ignoraban sus otras obras de las que se sentía tan orgulloso como la novela fantástica, ciencia ficción, novela histórica, teatro y poesía. Me temo que se me va a conocer como el cronista de la Najarra, máxime cuando nunca la coronamos.

            La Najarra es un monte sin especial dificultad que domina Miraflores, pero este año 2016, con ésta, lo he intentado subir cuatro veces, he hecho cuatro crónicas y no he llegado a su cima ninguna por diversas razones. El Domingo de Ramos partimos del embalse y fue la nieve acumulada que superaba el metro que hizo volverse al grupo de montañeros que lo intentó, ese día hice tres crónicas distintas; la segunda empezamos en la Fuente del Cura un día que diluviaba, no nos importó, pero al llegar a la Morcuera y perder la protección del monte y del pinar el viento se hizo insoportable, llevaba en suspensión arena que nos golpeaba y decidimos darnos la vuelta; la tercera estaba destinada a no alcanzar ni siquiera el puerto, la organizó un amigo que estrenaba rodilla y se creía robocop, pero descubrió que todavía no estaba en plena forma. La cuarta ha sido la de hoy 31 de diciembre de dos mil dieciséis.

            A las ocho, se impone el horario senderista, estaba con Chelo de Dios, Nieves Gárate, Katinka Oskarsson, Irena Jaroszynska y José Vicente Almela en Costa Brava. Salió Katinka en su coche con las dos primeras, luego lo hicimos los demás en el de Irena y tuvimos que parar a echar gasolina. Sin embargo llegamos antes al aparcamiento. Nuestras compañeras habían decidido visitar San Agustín de Guadalix en el camino, gracias al teléfono pudo Juan Carlos orientarlas. No tuvo tanta suerte una  excursionista a la que no pudimos indicar donde estaba la fuente donde había quedado, no era ninguna de las tres que conocíamos de la zona, su enfado y desesperación eran evidentes.

            Con Juan Carlos Aguilón había llegado Jorge Dulesky y por su cuenta Jesús Matamala. Faltaban los hermanos Emilio y Pilar Caridad habían recogido a Lola Rodero y subieron por la otra vertiente.

            Al aproximarnos a Miraflores se veía la vertiente sur sin nieve, pero en cuanto empezamos a ver la norte la cosa cambió, todo estaba blanco. Era una nieve helada y  pensé en el 27 de diciembre de 2014, aquel día subimos con un poco de hielo y bajamos con mucho más. La situación hoy era mucho peor para ir sin crampones. Mientras esperábamos en el aparcamiento un corredor que venía del puerto, atravesó el aparcamiento, salto sobre la nieve y se fue al suelo, estaba helada.

            Subimos andando hasta el puerto y como eramos pocos los que llevábamos crampones nos planteamos una ruta alternativa. Propuse bajar a Rascafría desde el refugio por el Lozoya o el Aguilón, pero elegimos ir hacia la derecha por el cordel del valle de Lozoya. Pasada la fuente de Cossío y el refugio a poca distancia a la derecha, hay una barrera con un pequeño sitio para aparcar, allí dejamos los coches e iniciamos un paseo suave en línea recta hacia el norte. No tiene ninguna dificultad, salvo la que nos encontramos generada por el hielo que provocaría varias caídas a lo largo de la marcha, alguna casi colectiva.

            Cuando llegamos a un cruce de caminos nos volvimos a plantear la ruta. Estaba perfectamente señalizado, aunque alguien había arrancado el cartel del camino hacia el este, precisamente por donde la GR torcía a la derecha, a la izquierda estaba la majada del Cojo (2'6 km) y Alameda del Valle (10'1 km) pueblo entre Lozoya y Rascafría. Como Lola conoce en exceso la zona donde vive, rechazamos el camino de la izquierda y seguimos recto por el cordel hacia los Altos del Hontanar y la Cachiporrilla a 9'1 km.  En ese momento nos encontrábamos a 3'2 del refugio y a 3'8 de la fuente.

            Las cumbres de Guadalajara-Segovia se veían limpias de nieve porque las contemplábamos desde el sur, pero la cuerda larga estaba preciosa. Su perfil, totalmente blanco permitía una visión nítida de todos sus picos. Al oeste Peñalara. El día era soleado y cinco grados más que en Mirasierra, el exceso de abrigo cayó rápidamente 

            El camino torció a la derecha, pero estaba helada la continuación, en el punto de giro había otra verja que atravesamos y campo a través ascendiendo a la derecha hasta una cerca, a la que habían renovado el alambrado espinoso y abandonado el viejo allí mismo, llegamos al cordel-cortafuegos, muy ancho, seguimos hasta un alto, donde disfrutamos del sol, vistas sobre los pueblos y embalses del valle de Lozoya, además de las indicadas, chocolate y bebidas. Teniendo en cuenta que eramos doce y que cayeron seis botellas, tocamos a media por persona, ¡¡cómo beben la mujeres!!

            Celebramos con champán, sidras y zumo de manzana espumoso con frambuesa un año cumplido satisfactoriamente, no sólo por los logros de nuestras marchas, sino por la buena compañía que disfrutábamos. Este año lo habíamos concluido con una nota extradeportiva el libro de José Vicente Almela que nos enorgullece a todos y que comentamos, mientras comíamos y nos hacíamos fotos.

            La vuelta fue por el mismo camino, en total hicimos nueve kilómetros con un desnivel de 350 metros. No era la excursión ni el esfuerzo previstos, pero lo pasamos muy bien y teniendo en cuenta los resbalones sufridos en un terreno tan llano sobre un camino muy bueno, hicimos fenomenal en no subir y bajar la Najarra. Emilio Rodríguez me ha corregido cuando he dicho que era un fracaso, me refería a hacer cumbre, tiene razón porque por lo demás ha sido un éxito lo hemos pasado muy bien y se dijo que en todas las excursiones debía haber un aperitivo de esa categoría, además de comer permite hablar y confraternizar.

            Como dicen Juan Carlos Aguilón y José Antonio Rodríguez habrá que intentarlo de nuevo, nos hemos propuesto volver en el 2017 que deseo muy feliz a todos los montañeros y senderistas y que tengamos imaginación para seguir disfrutando de lo que tenemos.

Un abrazo 

Reynaldo Vazquez