Ya
en el punto de reunión, los allí congregados: nuestro guías de lujo
Antonio de la Fuente y Toño Gutiérrez, plantean las distintas
posibilidades de acceso y/ o escape o llegada a las míticas Torres, en
función de las condiciones climatológicas que se vayan presentando. El
resto del grupo, compuesto por Rosa Gutiérrez, Javier Hortelano,
Reynaldo Vázqu
ez, Jesús Matamala y el que abajo suscribe, asiente y acepta las propuestas planteadas por nuestros guías de cabecera. Así pues tenemos claro que vamos a aplicar y utilizar varios verbos: avanzar, elevar la mirada al cielo, ver, atacar y/o variar la ruta, entre otros. Así pues,¡adelante con los faroles! que la ruta nos espera.
En
el aparcamiento, junto a nosotros, el ambiente es bullicioso y se
aprecian ganas de pasarlo bien sea andando, corriendo, escalando o
haciendo bici, independientemente de la incertidumbre climatológica
mañanera.
En
un plis plas, bueno por decir algo, nos plantamos en la entrada del
“Callejón de las Abejas”. Es el momento de decidir si “p'alante” para
atacar Las Torres o si “p'a la derecha” para seguir por otra ruta menos
macizada de nubes. Finalmente la decisión fue la de “p'alante”.
Ciertamente la decisión fue un acierto, ya que nos permitió disfrutar de
una ruta poco transitada, preciosa y disfrutona. Agudizamos la visión
buscando hitos y marcas que jugaban al escondite con nosotros, mientras
nos indicaban la ruta, y disfrutábamos sobre el terreno con panoramas y
perspectivas imposibles de imaginar.
Conforme
avanzábamos, innumerables nombres de lugares fueron mencionados por
nuestros solventes e enciclopédicos guías “pedriceros”: allí el
Cocodrilo, al lado Las Nieves, un poco más allá La Esfinge, La Araña
Negra, El Jardín del Predicador, El Dedo de Dios,.........¡en fín un
extenso catálogo de nombres y lugares conocidos (por ellos) al alcance
de muy pocos montañeros!. Estos hombres se conocen La Pedriza, me
atrevería a decir, mejor que algunos rincones de sus casas, !que
barbaridad!.
Llegados
al pie de Las Torres, ya sólo nos queda trepar a la cumbre. Brazos por
aquí, piernas por allá además de impulsos y agarres solidarios hacen que
consigamos el objetivo. Magníficas y amplias vistas, incluso restos de
presencia glaciar con su morrena incluida, a los pies de La Cuerda Larga
(información ofrecida por Toño). También llegamos a identificar cuatro
de los embalses de la zona. Paso a mencionarlos porque éstos son los
grandes olvidados de nuestras crónicas y son los que nos proveen para
nuestras necesidades básicas como urbanitas: De este a oeste: Embalse
del Vellón (Guadalix de la Sierra), embalse de Santillana (Manzanares El
Real), Embalse del Pardo y Embalse de Valmayor. Identificados todos
ellos, al igual que muchas de las cumbres que nos rodean, es momento de
recuperar fuerzas.
Dos
de nuestros compañeros, Rosa y Javier, ya podrán presumir con una
muesca más en su palmarés montañero, de haber conquistado Las Torres.
Los demás sumamos visitas, siempre sumamente gratificantes, que siempre
invitan a volver a pesar del esfuerzo exigido.
Ya
de vuelta, tomamos el camino oportuno para confeccionar una vez más,
una ruta con formato de “piruleta”, que tanto nos gustan o quizás
debería de decir que tanto me gustan.
Llegada
a los vehículos con las nubes tormentosas pisándonos los talones. Esta
vez las hemos esquivado. La próxima vez intentaremos hacer lo mismo, si
nos lo permiten.
Para
terminar, la frialdad de los datos: ruta con desnivel acumulado de 1260
mts, 6h 30m de marcha, marcheta y trapaditas, altitud máxima 2,048mts y
13km de “piruleta”. La compañía no sólo no fue fría sino que, como
siempre, fue un auténtico placer el compartirla y disfrutarla entre
todos vosotros, amigos.
Buena y feliz semana para todos
Juan Carlos Aguilón