27/12/18; Marcha Conjunta: El Nevero; Conchita Carvajal

Queridos montañeros y senderistas:
Perdonad el retraso, pero la culpa la tienen estos días de tantos festejos que no nos dejan ni un minuto de tranquilidad. Espero que hayáis pasado unas estupendas navidades con vuestras familias, amigos y comilonas.
El sábado 22 de diciembre hice mi última marcha del año al pico del Nevero: a las 8 de la mañana me recogía Marisa en mi casa para salir a la carretera de Burgos hasta la desviación de Lozoya, salida número 68 de la nacional 1. Encontramos cada vez más y más niebla, pensábamos que iba a ser un día bastante malo y complicado como el año anterior según nos había contado José Vicente, pero ¡menuda suerte! Poco a poco las nubes se iban quedando abajo formando un mar precioso. Llegamos a Lozoya donde cogimos la nacional 637 hacia el puerto de Navafría en la divisoria de Madrid con Segovia. En lo alto del puerto estaba el parque donde alguno se sorprendió que llegáramos sin perdernos, la verdad es que las indicaciones de Rafa eran muy claras, gracias. Por una vez ganaron los chicos: 6, Rafa, Jose Vicente, Gonzalo, Reinaldo, Elías y Enrique y 5 chicas: Gloria, Mariane, Marta, Marisa y yo.
Empezamos la marcha por el cortafuegos con un desnivel considerable (muy duro), según alguno decía a partir de media hora sería más fácil pero seguíamos cuesta arriba, piedras, nieve, hielo… Fuimos despacio y con mucho cuidado haciendo pequeñas paradas para recuperar fuerzas. Llegamos al Nevero 2.209 metros de altitud y un desnivel de 436 metros. Había un pequeño nacimiento puesto por un grupo de montañeros de Segovia, nos pusimos morados de dulces navideños mientras disfrutábamos de las maravillosas vistas de la Sierra de Guadarrama y del Macizo de Peñalara. ¡¡¡¡Qué espectáculo!!! Dicho finamente ¡¡¡la milk!!! El esfuerzo de la subida había merecido la pena. La bajada la hicimos sin ninguna dificultad y muy contentos. Habíamos recorrido 7,5 km en total, estiramientos en el parque y cervecita en el camino de vuelta a Madrid en un sitio que ya conocía pero que no me acuerdo del nombre. ¡Feliz 2019 a todos! ¡Que nos veamos en muchas marchas porque espero ir a casi todas como José Vicente!
Besos, 
Conchita

2/12/2018: Conjunta: La Pedriza; Ermita de la Peña Sacra y Collado de Quebarntaherraduras: Maria Franco



A las 08:45 h del domingo 2 de diciembre, en una mañana brumosa y fresca, nos reunimos a la entrada del Club Mirasierra, la primera parte del numeroso grupo de 28 senderistas, que hicimos una bonita ruta circular en la Pedriza.
Encontramos a nuestro guía Juan Carlos Aguilón, su mujer Patricia y los demás senderistas en la entrada del camping de la Fresneda, y comenzamos nuestro recorrido por El Tranco encontrando a nuestra izquierda un Manzanares caudaloso y saltarín, que acompañó nuestra subida con un agradable rumor. El río iba caudaloso, formando pozas, pequeños saltos, al despeñarse cantarín entre los grandes bloques graníticos de La Pedriza, y nosotros ascendimos charlando alegremente poniendo una nota de color en la mañana gris.
Tras cruzar el puente sobre el río, y ya por senda, subimos a Cantocochino donde tomamos el bocadillo y unos primeros dulces navideños. La mañana no se despejó, la niebla en los altos sobre las cumbres nevadas y la bruma abajo ofrecieron bonitas panorámicas a los fotógrafos del grupo. En los altos frente a nosotros, Juan Carlos nos enseñó las rocas que forman La tortuga, el cocodrilo, el pájaro. Hay muchas leyendas populares que resultan mucho más entretenidas que la explicación geológica, “la Pedriza es un Batolito granítico de unas 3.200 hectáreas, originado en la era Paleozoica -periodo carbonífero- que tiene 345 millones de años”.
A continuación cruzamos un bosquecito charlando animadamente y llegando hasta Quebrantaherraduras. Gonzalo nos contó anécdotas de su vida de piloto, Kaos pasó como una exhalación entre nosotros yendo y viniendo sin cansarse jamás, comentamos posibilidades de futuros viajes contando con la experiencia de nuestros compañeros que ya han visitado esos lugares, y tras pasar la entrada a La Pedriza, seguimos por la urbanización hasta la Ermita de Peña Sacra del siglo XVI, que se levanta sobre unas impresionantes moles graníticas que le dan nombre. Pudimos ver la pequeña talla de la Virgen iluminada a través de un ventanuco, ya que la puerta estaba cerrada.
Tras hacer varías fotos de nuestro numeroso grupo, seguimos el descenso hacia los coches, atravesando una urbanización de chalets donde encontramos a dos caminantes que habían perdido a su perro, bajando un poco más localizamos al perro perdido, y nuestra amiga Elena Sandoval consiguió que lo subieran en un coche hasta sus amos. Mientras tanto Kaos ligó con una hermosa bulldog hasta que Paz preocupada le puso la correa y terminó su aventura.
Cruzamos nuevamente el Manzanares de regreso, y en el puente le sacamos las últimas fotos a su torrente impetuoso. Llegando al parking constatamos con desagrado que habían multado con 100€ a un montón de coches que estaban mal aparcados, no impedían el paso y no había más lugar de aparcamiento...
Parte del grupo volvió a Madrid y los demás terminaron la mañana tomando unas cañas.
Lista de senderistas:
Gloria Fernandez, José Vicente Almela, Aida Luque, Eugenia Gonzalez, Antonio de la Fuente, Joaquín Sánchez-Izquierdo, Conchita Carvajal, Marisol Varela, Elena Sandoval, María Luisa Huidobro, Paz Vizcaíno, Begoña Mata, Marisa Ruiz, María Franco, María José Cimadevilla, Mariane Delgado, Juan Carlos Aguilón (guía) Patricia Pavageau, Alejandro Gutiérrez, Isabel Fernández, Gonzalo Fernandez-Lamana, Francisco Vaquero, Alfonso Simón, Mari Carmen Vázquez, José Arcila, Reinaldo, Alfredo Díez y Sonsoles Herrero.
Feliz semana y puente de la Inmaculada a todos.
María

24/11/2018 Conjunta: Las hoces de Riaza: Pablo Olavide





Cada uno de nosotros lleva en su interior un paisaje bien sea real o imaginario. Un escenario donde reposar la mente y el espíritu cuando uno lo cree conveniente. Puede tratarse de remotas playas paradisíacas o altas montañas. Tal vez bosques o pueblos y ciudades con encanto. Tal vez el paisaje de nuestra niñez. A veces no es solo uno, sino varios. Sea como fuere, siempre hay un lugar, un paisaje, con el cual nos identificamos y deseamos acudir a él de manera física o mental. Para mí, de estirpe castellana por parte de madre, ese sitio son las Hoces de Riaza, en el corazón de la vieja Castilla, y hoy tengo la fortuna de enseñárselo a mis amigos. Nada hay más gratificante que compartir “los tesoros” con aquellos que apreciamos.

En el kilómetro 146 de la Autovía del Norte, la A1, se encuentra el pueblo de Milagros. Mi abuelo siempre lo mentaba al pasar por él, no sé por qué, pero yo sigo haciendo lo mismo, quizás por costumbre, y cuando llego aquí me digo: “estamos en Milagros”.  Y es en este pueblo donde hoy nos hemos dado cita, a las 9:15 de la mañana, todos aquellos que vamos a recorrer las Hoces del río Riaza.
Una vez agrupados nos dirigimos en caravana a nuestro destino. Cruzamos por pueblos durmientes, callados (Fuentelcesped, Castillejo de Robledo…), y circulamos por carreteras por donde solo transita el olvido; es esa España vacía de la que tanto se habla ahora… El paisaje es austero y sencillo, de enebros y sabinas. Algún bosquete de encinas, alguno de pino negral. Y Somosierra, envuelta en nieblas, se adivina en el horizonte.
Dejamos los coches (y la moto de José Arcila) junto a la vieja cantera que poco a poco va recobrando su aspecto natural y emprendemos la marcha. Descendemos por la carretera de servicio que da acceso al paraje y enseguida el lugar nos desvela sus encantos: las grandes peñas calizas de aspecto plomizo y oxidado, el río Riaza abriéndose paso entre chopos y alisos y ese viaducto del ferrocarril que parece ser la puerta de entrada a un paraíso perdido. Y los buitres (leonados) posados sobre los farallones a la espera de encontrar las condiciones óptimas para emprender el vuelo.
A los pies de la presa de Linares del Arroyo cruzamos el Riaza por un rustico puente de madera y lo acompañamos por su orilla izquierda. El río se arrastra silencioso, manso, e impregna al cañón una quietud inmaculada.
En pocos minutos alcanzamos el viaducto de la antigua línea férrea que enlazaba Madrid con Irún. José Vicente, como buen ingeniero, admira su elegante y sólida construcción, la armonía con que se integra en el entorno, los delicados detalles que adornan su estructura... Parece que viaducto y paisaje se abrazan en perfecta sintonía. 
Tras el puente del ferrocarril, el camino se interna en la espesura, en ese bosque amable que nos cobija y acompaña. Nuestros pasos siguen al Riaza y fijamos la mirada en los buitres que dibujan erráticos círculos sobre el cielo.
Llegamos al medio día a las ruinas de la ermita del Casuar sumidas en el abandono. Es el momento de reponer fuerzas y admirar el paisaje. Sobre las peñas cercanas, un grupo de chovas (pequeños córvidos amantes de barrancos y campanarios) ejecutan vuelos acrobáticos y rasgan el aire con sus graznidos. Este sonido tiene algo de primitivo, de salvaje, y a Mariane estos ecos la transportan al paisaje de su niñez en la Extremadura. Y a mí también.
Tras la pausa, más breve de lo que deseamos, emprendemos el camino de vuelta. Lo hacemos por el mismo sitio, siguiendo nuestros pasos, volviendo a observar la corriente tranquila del Riaza y los peñascos que nos protegen. Y los buitres, siempre los buitres, en el cielo como fieles compañeros de viaje.
En el viaducto ferroviario se vuelve a detener José Vicente, alza la mirada hacia la vieja estructura… y sonríe.
Ya solo nos queda el último empujón; subir esa carretera que, hace apenas unas horas, nos llevaba al interior de este espacio natural. Pero todavía hay tiempo para que Irena nos explique la formación de estas peñas, su carácter calizo, su origen marino… 
Y tras la última curva del camino, se vuelve a esconder este escenario: sus riscos de tonos ocres y plomizos, el río Riaza, la mirada inquisitiva de los buitres y el viaducto del ferrocarril. Se vuelve a esconder este paisaje que llevo en mi interior y al que acudo con frecuencia, bien de manera real o imaginaria.
En total hemos recorrido 13 kilómetros con apenas 130 metros de desnivel, pero, sobre todo, lo hemos pasado bien. Ya solo nos queda comer en el restaurante de La Veracruz, en Maderuelo, pero eso, ya es otra historia.
Hemos participado: Irena Jaroszynska, Begoña Mata, Silvia Caridad, Hedvig Ekstrand, Sonsoles Herrero, José Herrero, Florencia Martínez, José Vicente Almela, María Luisa Huidobro, Aida Luque, Teresa Rubio, Conchita Carvajal, María Franco, Mariane Delgado, Reinaldo Vázquez, Emilio Rodríguez, Nicole, José Arcila, Javier Rodríguez y este cronista. 
¡¡Buena semana, amigos!!
Pablo Olavide.
P.D. Si alguna vez me pierdo, podréis encontrarme en estas Hoces del Riaza…o si no, echad un vistazo por el Valle del Lozoya, por si acaso

18/11/2018; Crónica de Montañismo: Los baños de Venus; Juan Carlos Aguilón




Las primeras luces de la mañana anticipaban que el día se iba a presentar gris o muy gris, como así fue. También se barruntaba que la jornada podía ser húmeda o muy húmeda, como también así fue. Pero a pesar de todas estas “credenciales” planeando en el ambiente, ni medio gramo de duda en la voluntad de los montañeros para rutear hasta una de las zonas más elevadas de la Pedriza de Manzanares, donde el Arroyo de los Hoyos, afluente del río Manzanares en su parte alta, conforma una serie de charcas y cascadas de singular belleza. Este lugar es conocido como “Los Baños de Venus”.
En el aparcamiento de Canto Cochino, ambiente tranquilo y poco concurrido, pero sí muy colorido por la diversidad de colores rabiosos y chillones que portaba el personal allí congregado, para hacerse ver bien entre la niebla y la lluvia. Allí también estábamos los seis montañeros que nos habíamos citado para ir a visitar, si se dejaba ver, a Venus y sus Baños.
Bien pertrechados para hacer frente a las inclemencias de la mañana, arrancamos decididos a disfrutar de una mañana de caminata por el bosque, con aromas inconfundibles a pino y a setas, y también a intentar pasar, sin mojarnos, entre las gotas de lluvia que nos acompañaba. Esto último, aseguro que no lo conseguimos, porque fueron muchas las gotas que se congregaron a nuestro alrededor y no pudimos escabullirnos de todas ellas, pero todo lo demás que nos propusimos, sí.
Así fue como después de salvar 993 m de desnivel acumulado, y también la barrera que supone el Arroyo Chivato con un gran caudal de agua, con mucho tiento, mucha concentración y mucho cuidado para evitar percances, llegamos a la cabecera de los Baños y a su monumental entorno. Avituallamiento rápido para no quedarse frío, fotos y abundancia de imágenes en la retina.
Vuelta por el mismo camino, siempre con la buena armonía del grupo, charlas variadas y diversas, de todo pelaje y condición, proporcionadas en esta ocasión por el grupo de contertulios-montañeros formado Chelo, Antonio, Jesús, Alfredo, Emilio y el redactor para la ocasión.
Mención especial en esta crónica para Emilio que, después de algunas semanas en el dique seco por un problema de fascitis plantar, llegó con tantas y renovadas fuerzas y ganas que los demás apenas le podíamos seguir el ritmo. ¡Venía con energía limpia y renovable en los pulmones y no se le agotaba después de 14 km!. Enhorabuena Emilio por tu recuperación y olvida esa molestia.
Buena semana para todos.
Juan Carlos Aguilón

18/11/2018; Crónica de Montañismo: Los baños de Venus; Jesús Matamala

Una lluvia fina nos daba la bienvenida al aproximarnos a La Pedriza. Todo se desarrolló según lo previsto, incluso la probabilidad de chubascos que Rafa anunciaba la víspera y a lo que Antonio contestó: “se mantiene la salida”. 
Chelo, Antonio, Emilio y quien suscribe esta crónica salíamos  puntuales del Club Mirasierra, encontrándonos con Juan Carlos y Alfredo en el aparcamiento de Canto Cochino a las 8:30, hora del  comienzo de nuestra marcha.
Agua del cielo, el Manzanares  crecido y estruendoso entre las rocas, agua en los senderos y  abundante agua en algún arroyo que tuvimos que vadear. Con un ritmo rápido impuesto por Antonio, con Emilio recuperado y en buena forma, nos encaminamos hacia los Baños de Venus una vez que nos protegimos bien para aguantar el chaparrón. Cruzamos el puente de madera al dejar el aparcamiento y subimos rio arriba por la margen izquierda hasta el Puente de El Vivero donde volvimos a cruzar el rio, ahora subíamos por la margen derecha hasta el Puente del Francés o de los Franceses. Atrás quedaba La Charca Verde y una vista espectacular del Río Manzanares. Una vez más, la tercera, cambiamos de orilla.
A partir de aquí la niebla nos acompañaría todo el camino. Abandonamos  el Río Manzanares nos internamos en una zona de pinares cruzando las zetas varias veces. También cruzamos  un arroyo no exento de cierta dificultad, que podía tratarse del  Arroyo de los Poyos o Arroyo de los  Hoyos . El tramo final de esta senda (¿de los Gavilanes?) resultó muy duro habiendo que trepar entre rocas, con  el agua fluyendo bajo nuestros pies. Alguien que iba en el último lugar divisó el Pluviómetro cuando el resto de grupo lo habíamos rebasado. En breves minutos no encontrábamos  en uno de los parajes más hermosos de La Pedriza. He hecho muchas rutas por este parque pero desconocía este maravilloso lugar. Aquí se me vino a la memoria una bonita cita budista que Chelo relataba  en la cónica de La Najarra  hace sólo dos semanas. “la Luz se esconde tras las Tinieblas  para no cegar al común de los mortales”.
Yo me estaba imaginando a través de la niebla las bellas vistas que desde el collado del Miradero o de Prao Poyos se ven, que es el punto más completo para la observación global de La Pedriza según leía la noche anterior; ante nuestros ojos aparecían: La Maliciosa, La Cuerda Larga, Las Milaneras, La Pradera de los Gavilanes, Asómate de Hoyos, las Torres, El Yelmo,etc.
Tras las fotos de rigor y un brevísimo refrigerio volvimos sobre nuestros pasos hasta Canto Cochino. De regreso hubo un momento en el que tanto el GPS de Antonio como el de Juan Carlos no se ponían de acuerdo por donde seguir al cruzar una de las zetas. Tras un breve titubeo encontramos la senda buena.
 Eran las 13:30 cuando llegábamos al aparcamiento,  que se encontraba a media ocupación. Después de unas breves flexiones que Juan Carlos no  perdona ni en días de lluvia, regresábamos a casa. Habían sido cinco horas de caminata, 800  metros de desnivel. Anoto una sugerencia que alguien propuso;  la lluvia es un plus, y como tal los 14 créditos debían doblarse o al menos incrementarse en estas condiciones.
Buena semana para todos.
Jesús Matamala.

10/11/2018; Senderismo: El Tejo Milenario; Mariane Delgado


Como de costumbre, salíamos a las 08:05 de la puerta del Club Mirasierra; José Vicente Almela, Aracha Almela, Carlos Aragones, Julia Aragones, Belén Aragones, Carlos Aragones (junior), Álvaro (nuestro veterano senderista además de cronista con tan sÛlo 11 aÒos), Silvia Caridad y su hijo Guillermo, Gloria Fernández, Rocío Eguiraun, Marisa Ruiz, Viky Cadahia, Hedvig Oskarsson, Angeles Sanz y esta cronista.
Cinco niños en el grupo! Parece que se empieza a forjar el relevo.
Dos años después volvemos a realizar esta preciosa ruta por el Valle de Lozoya, aunque en esta ocasión con alguna variante que os explicaré más adelante.
Una vez nos unimos en el aparcamiento a Gonzalo (nuestro guía hoy) y Pablo Olavide (nuestro compañeero y experto ornitólogo, °vaya lujo!),
Comprobamos para nuestra sorpresa que las condiciones meteorológicas eran bastante mejores de lo que preveíamos e iniciamos nuestra ruta.
Todos alcanzamos con facilidad nuestro primer hito; La Presa del Pradillo, a partir de la cual el Río Angostura, el cual vamos a bordear por su margen derecho después, pasa a llamarse Río Lozoya. En su entorno, los enormes robles de hojas amarillentas contribuyen a acrecentar la belleza de este lugar.
Tras varios kilómetros junto al río acompañados por el vibrante ruido de sus aguas, algunos integrantes del grupo tuvieron la gran suerte de poder ver a un mirlo acuático cruzando el rÌo! Luego accedimos a la pista por la que se llega al Puente de la Angostura y en este tramo nos encontramos con algunos preciosos abedules con su caracterÌstico tronco blanquecino y sus hojas de un amarillo intenso en esta época del año.
En esta ocasión, por indicación de nuestro guía, en lugar de adentrarnos por una estrecha y frondosa senda del bosque cuyo trazo implica tener que cruzar un par de veces eí, continuamos por la pista. Ahora nos acompañaban infinidad de majestuosos pinos, de denominación Pino de ValsaÌnñ
En varias ocasiones tuvimos la oportunidad de ver algunos buitres negros sobrevolando nuestras cabezas. El detalle de que algunos de estos pinos tuviesen bien su troncoo sus ramas recubiertos de líquines da una idea de la pureza y calidad del aire en este paraje (indicación ésta de Pablo).
Algunos kilómetros más adelante nos desviamos para ir al encuentro del Tejo Milenario. °La expectación era máxima entre los más pequeños!
Empezamos a encontrarnos con algunos de ellos, más jóvenes estos y a escasos metros, más adelante, allí estaba el impresionante °Tejo Milenario!
Su aspecto no hace sino envolverte, y entre sus raices principalmente puesto que se trata de un ·arbol que crece hacia abajo! Por eso resulta tan fascinante.
Y es que La Madre Naturaleza no dejar· nunca de sorprendernos y emocionarnos, a mí al menos.
Sentados sobre algunas rocas junto a sus raíces procedimos a tomarnos nuestro consabido tentempié.
Reiniciamos la marcha de vuelta y para ello fue necesario atravesar el río. Prueba esta superada con éxito por todos los integrantes del grupo.
De regreso, ya por el margen derecho del río, nos volvemos a encontrar una pista repleta de gigantescos pinos e infinidad de acebos hembras (los de bolitas rojas). Ahora en todo su esplendor dado el intenso verdor de sus brillantes hojas.
Siguiendo de nuevo las indicaciones de Gonzalo hicimos dos atajos, ambos sobre una acolchada alfombra natural formada por la infinidad de púas y pequeñas piÒas de pino caídas al suelo, algo que nuestros pies, algo doloridos ya, agradecieron sumamente. Teniendo en cuenta ambos atajos hicimos finalmente un total de unos 13 kilómetros. Y además, y esto es lo más sorprendente, un desnivel total de unos 700 m. aproximadamente! 
El último tramo discurre junto al Embalse de Pradillo. El paisaje y la vista que ofrecen sus aguas, con el reflejo de la diversidad de colores de la vegetación colindante es sencillamente un espectáculo visual impresionante!
Una vez ya en el aparcamiento del Restaurante Pinosagua buena parte del grupo decidió no perdonarse las tradicionales cañitas, esta vez bien acompañadas por unas deliciosas croquetas y morcillas de Burgos, de las que todos dimos buena cuenta.
No quiero dejar de despedirme con una entrañable frase que le dijo Carlos (nieto de José Vicente), a Guillermo (hijo de Silvia) al acercarse a nuestro coche para despedirse de él: "Hasta la próxima en la montaña!".
Mariane                 

4/11/2018 Senderismo: Crónica de la marcha desde la Dehesa de Cercedilla hasta el Puerto de la Fuenfría; Elena Sandoval




José Vicente Almela
Aida Luque
Conchita Carvajal
María José Cimadevilla
Paz Vizcaino
Mariane
Enrique Díez
Alejandro Gutiérrez (Guía)
Isabel Fernández
Gonzalo Fernández Lamana
Alfonso Simón
Mari Carmen Vázquez 
Kaos (perro de Paz)
Elena Sandoval (servidora)
Datos de la marcha:
Distancia recorrida: 14 Km
Distancia recorrida por Kaos: 28 Km, como poco. Según su dueña es metrosexual (así cualquiera😊)
Tiempo (sin paradas): 4 horas

Con nuestro horario recién cambiado y la luz del día ya saludándonos, daba gusto acudir a nuestra cita con la montaña y con nuestros amigos los senderistas.
Por un lado, los que salimos desde Mirasierra, y por otro, los que iban directamente al punto de encuentro, todos nos reunimos en el parking de Majavilán en las Dehesas de Cercedilla.
Sólo mencionar de pasada que hubo un pequeño retrasillo de media hora por parte de los que veníamos de Mirasierra debido, claramente, a que los GPSs aún no están perfeccionados, jeje.
Por supuesto, ni un reproche, ni un mal gesto, por parte de los que esperaban. Ya desde este momento, y como se pudo apreciar en otros tantos detalles de la excursión, se palpó la paciencia, la generosidad y el compañerismo, tónica característica que prevalece ante todo en este maravilloso grupo.
Pues bien, el otoño nos regalaba una espléndida mañana soleada, clara y limpia.
Alejandro, nuestro guía, siempre pensando en lo mejor para todos, decidió cambiar un poco el itinerario previsto y subir por la carretera de la República, en vez de por la calzada romana, para que se hiciera más suave la subida.
Y así lo hicimos; comenzamos a subir. Primero a buen ritmo, y luego ya con paradas breves, pues algunos no podíamos evitar detenernos a fotografiar tan hermosos paisajes que nos iban llamando la atención.
El sendero era precioso y discurría entre bosques de grandiosos pinos silvestres (“Pinus sylvestris”). De vez en cuando, asomaba algún que otro acebo (“Ilex aquifolium”), algunos de ellos exhibiendo sus descarados frutos rojos, y otros mostrando simplemente su porte coqueto y sus características hojas, duras, espinosas y brillantes.
Como no debería ser de otra manera, de cada excursión uno se lleva nuevos conocimientos, y en este caso, y gracias a Alejandro, aprendí que el acebo es un árbol normalmente dioico, a diferencia de la mayoría. Es decir, que existen árboles femeninos que son los que dan frutos, y árboles (pies) masculinos sin capacidad de generar frutos.
Desde aquí agradezco a Alejandro su lección de botánica, que, si me la impartieron en la carrera de Biología, no debí estar muy atenta, pues sólo conocía esta peculiaridad del árbol “Ginkgo biloba”.
Tras atravesar algún arroyo y disfrutar del sonido del discurrir del agua, entre charleta y charleta, llegamos a la zona de los miradores de los Poetas, con preciosas vistas de toda la Sierra, incluyendo los Siete Picos, la Maliciosa y la Cuenca del Guadarrama. Por supuesto, inmortalizamos nuestro paso por allí con un “selfie” en toda regla. Concretamente, la foto de grupo es desde el Mirador de Vicente Aleixandre donde, en una de sus enormes rocas de granito, se puede leer su poema: 
-“Sobre está cima solitaria os miro, campos que nunca volveréis por mis ojos. Piedra de sol inmensa, eterno mundo y el ruiseñor tan débil que en su borde lo hechiza.”
Si no todos, creo que la mayoría, hicimos foto del poema en la roca.
Muy cerquita de los miradores, nos encontramos con el Reloj de Cela, un llamativo reloj solar dibujado en las piedras, y en el que pudimos comprobar que, efectivamente, se marca la hora con tu sombra, si te colocas en la fecha del año más próxima a la actual, y también, marcada en las piedras.
Tras otras tantas fotografías, retomamos el sendero y por fin llegamos al Puerto de la Fuenfría, situado a 1796 m, donde descansamos 15 min y repusimos fuerzas con un merecido tentempié (incluso se repartió jamón ibérico) que nos supo a gloria.
Desde el Puerto, emprendimos el camino de bajada continuando por la carretera de la República hasta el Collado de Marichiva. 
Desde el Collado, nos deleitamos de nuevo con vistas espectaculares del Valle y pudimos distinguir desde ese punto, nuestras famosas cuatro torres de Madrid. 
La bajada requería algo más de concentración en cuanto a la pisada, pues había piedras sueltas; y fue ese, el único factor que nos hizo callar un ratito (especialmente a las mujeres), y durante unos minutos, escuchamos el silencio y disfrutamos de los preciosos sonidos de la Naturaleza.
Ya habían pasado las 4 horas largas desde el comienzo de la marcha; intuíamos el final, y aunque los piececillos comenzaban a resentirse, nos fuimos reuniendo en grupos más grandes y hablamos y opinamos alegres de todo un poco, hasta de política, y entre risas, una de las malévolas mujeres concluyó que Pedro Sánchez tenía “tetas”, a lo cual uno de los senderistas (varón) respondió: bueno… pues entonces ya me gusta un poco más…
Y de repente, ya estábamos en los coches. No pudimos profundizar más en el tema, por lo que … ahí lo dejo.
Y así es como finalizó esta marcha tan preciosa al Puerto de la Fuenfría.
Elena Sandoval

27/10/2018 Conjunta: La Pedriza: El Boalo; Las zetas; Canto Cochino; Collado de Quebrantaherraduras; El Boalo. Mari Carmen Vázquez




Participantes en la marcha: Gloria, María, Cristina, José Vicente, Rocío, Silvia, Marisa, Elena, María del Mar (a la que damos la bienvenida), Juan Carlos, Francisco, Alfredo, Gonzalo, Alfonso, Mari Carmen, Reinaldo y Sonsoles (17).
Guía: Juan Carlos Aguilón.
El sábado 27 era el día escogido para realizar la marcha conjunta mensual de senderistas y montañeros con el colofón de una comida de hermandad donde reponer fuerzas de la marcha y continuar con nuestras animadas charlas que siempre nos acompañan sea cual sea la dificultad del recorrido.
En cuanto al tiempo fue mucho de lo previsto y, solamente hubo un conato de lluvia en el momento de los estiramientos finales. El frío y la nieve se esperaron hasta el día siguiente.
Habíamos quedado en el parking enfrente de la urbanización el Ejido y desde allí en perfecta caravana nos dirigimos hacia la ermita de San Isidro donde comenzamos a andar la senda que conduce a la Pedriza, lugar de fácil recorrido bordeada de jaras y endrinos salpicados por el rocío  que les daba un brillo especial.
La Pedriza del Manzanares esta ubicada en el Parque Natural de la Cuenca Alta del Manzanares y es uno de los parajes mas bellos de la Comunidad de Madrid, como no dejamos de comprobar en las múltiples salidas efectuadas por la zona, sus riscos de granito dan lugar a la configuración de  parajes extraordinarios donde la imaginación es capaz de crear diversas figuras, pero en esta ocasión no solo la naturaleza desencadena la imaginación, la técnica también contribuye a este fenómeno y es así que al poco de comenzar el camino y al volvernos para contemplar el paisaje Gonzalo distinguió a lo lejos una gran mancha blanca que cada vez se parecía mas a una nave espacial, cosa que no pudimos comprobar de cerca y que dejamos para la próxima salida…..ya que seguramente no se habrá movido del sitio.
Esta ruta, consta de una parte recta y otra circular por la que nuestro experto guía la denomina” la piruleta”. Entre comentarios y bromas llegamos al final del palito y alli nos comunicó Juan Carlos que haríamos el recorrido en dirección contraria a lo planificado, saldríamos en dirección al collado de Quebrantaherraduras, para volver por las Zetas de la Pedriza, iniciamos el descenso, disfrutando en todo momento de las preciosas vistas que surgían a nuestro alrededor, llegamos a la zona recreativa donde un grupo de mesas y bancos de piedra invitan al descanso pero no era hora de parar, antes tendríamos que llegar a  Canto Cochino y desde alli cogiendo la PRM16, marcas amarillas y blancas , en una subida suave y bonita por una senda entre un bosque de pinos llegar a las Z de la Pedriza. En este recorrido disfrutamos de preciosas vistas de las Torres de la Pedriza que ya se habían visto desde otros puntos, la Tortuga, la Cuerda Larga  ….. Contemplando estos parajes no es difícil imaginar que estas tierras fueran en su día refugio de bandoleros y que en torno a ellas circulen múltiples leyendas. Volviendo al recorrido destacar que los bosques de pinos son fruto de una repoblación que tuvo lugar en los años 50 para frenar los procesos erosivos de la zona.
Por fin llego la hora del bocata y paramos en un sombrío y hermoso paraje dentro del pinar casi sacado de un cuento de hadas, donde las piedras cubiertas de musgo nos sirvieron de asiento. Hacia fresco y el ritmo de la marcha había sido un poco bajo por lo que Juan Carlos decidió acortar la parada para subir derechos a la pista denominas las Z, este recorrido es muy cómodo pero con una gran afluencia de ciclistas.
Llegando al lugar donde las señales de la PRM16 indican los distintos caminos a seguir, tomamos la senda a la izquierda y continuamos al buen ritmo que nuestro guía nos había marcado desde la parada del avituallamiento,  aunque aun tuvimos tiempo de aprender de las explicaciones de Juan Carlos  a distinguir la mejorana del romero y disfrutar de su fragancia, escuchar la historia de la flor de sin merienda, de ver algunos grupos de arboles con colores otoñales y parar  para las fotos de rigor en  varios lugares impresionantes que nos invitan a volver por estos parajes.
El final fue mucho menos bucólico pero muy positivo. Cocido montañes en el Refugio de Oría donde se incorporaron Margarita, Inma, Elías y Rafa.
Resumiendo ruta de paisajes, colores, olores y sabores insuperable.
Gracias a Juan Carlos por su buen hacer y a todos los que participan en este buen rollito.
Mari Carmen

21/10/2018 Montañismo: La Cuerda Larga; Rafael Alonso del Riego


A las 8 estábamos Chelo, Jesús y yo en el aparcamiento del puerto con peores sensaciones de lo previsto pues todo estaba mojado y llovía de forma intermitente. Al poco llegaron también Reynaldo y José Vicente. José Vicente al ir a ponerse las botas se encontró con que se había traído dos botas del pié derecho por error. Con valentía y sin dudarlo, decidió volver a casa y corregir el error y volver y que “ya nos cogería”. A mi me parecía difícil de creer que fuere capaz de hacerlo, pero ¡si que lo fue! Como luego vimos.
También nos indicó José Vicente que había una carrera señalizada con banderines naranjas y podía ser de ayuda en la niebla. Buen consejo.
A las 8,20h iniciábamos la subida con algo de lluvia. Al ir subiendo se empezó a hacer notar el viento y la niebla que en la Bola del Mundo eran muy fuertes. La sensación de frío tampoco era pequeña.
Al iniciar el suave descenso camino de Valdemartín la niebla no permitía ver más allá de diez metros, con lo que entre un banderín y otro echabas un buen rato sin verlos. Nos equivocamos de dirección a la primera desviándonos a la derecha hacia el Ventisquero de la Condesa. Tras diez minutos de bajada, extrañados por no recordar que ese tramo fuese de bajada fuerte y no haber vuelto a ver banderines, llegamos a una caseta donde ya tuvimos certeza de que habíamos errado el camino e iniciamos la vuelta hasta recuperar el desvío en la parte alta.
Allí ya empezamos a pensar si hacer ó no completa la travesía prevista, decidiendo seguir por el momento.
Tras unos 15 minutos por el buen camino, iniciando el descenso hacia el Collado de las Guarramillas, azotados por viento y llovizna y en medio de la persistente niebla, paramos para valorar la situación. Yo fui el primero en proponer darnos la vuelta pues aún suponiendo que no tuviésemos más errores en la ruta ni otros problemas, las condiciones ambientales nos prometían un día muy desagradable.
Reynaldo propuso una alternativa hacia La Maliciosa y en la duda decidimos de momento volver a Bola del Mundo y allí decidir. El viento era tal que costaba incluso hablar entre nosotros.
Al poco de iniciar la vuelta nos encontramos a José Vicente que venía a toda pastilla dispuesto a cogernos.
Él nos propuso otra alternativa que era bajar al puerto y hacer un paseo agradable hacia la zona de Los Cogorros, suponiendo, como así fue, que en esas zonas más bajas habría poco viento.
Tras tres horas estábamos de vuelta en el Puerto y nos dirigíamos a los miradores de Los Cogorros. Nublado pero agradable, fue un paseo bonito de unos 40 minutos hasta el segundo mirador, donde José Vicente nos propuso prolongarlo algo a lo que accedimos y alargó el paseo hasta unas dos horas en total.  Seguimos el camino con una fuerte bajada por en medio del bosque hasta una pista más ancha que nos devolvió al Chalet de Aviación para estar de nuevo en el puerto a las 13,30h.
Estas dos horas últimas fueron tranquilas y agradables, por en medio del bosque lleno de humedad y con el suelo tapizado de helechos coloreados de amarillo. Un recorrido que en su mayor parte sólo conocía José Vicente y del que todos disfrutamos.
Rafael  

13/10/2018 Senderismo: Del Puerto de Canencia al Puerto de La Morcuera: Sivia Caridad



Para no perder las buenas constumbres paso a detallar la pasada marcha de senderistas. ¨Del Puerto de Canencia al Puerto de la Morcuera¨.
Es un itinerario fácil que discurre por pista forestal entre bosques y arroyos de gran belleza.
Itinerario propuesto
                   ·  Fuimos y vinimos por el mismo camino.
                   ·    Aparcamos en el Puerto de Canencia (1.524 m) al lado de la fuente a la izquierda.
                  ·    El camino comienzó en la Fuente del Hornillo y se realizó en todo momento por pista forestal y la señalización corresponde al GR 10-1 (banda blanca y roja).
                  ·    A los 300 m del inicio encontramos un Chozo Pastoril.
                  ·    La pista discurre entre pinos silvestres, acebos, tejos, abetos, fresnos, abedules, brezos….es decir una gran variedad arbórea.
                 ·    Tras pasar la Casa del Hornillo llegamos a una bifurcación. Cogimos la de la derecha
                 ·    Cruzamos el arroyo del Sestil de Maillo por un puente de piedra.
                 ·    Mas adelante cruzamos otro arroyo y la pista gira a la derecha hacia el norte para a continuación describir una gran curva a la izquierda
                 ·    A partir de aquí la pista llega a un pequeño collado después de cruzar varios arroyos y describir varias curvas
                 ·    En las inmediaciones del puerto de La Morcuera se abandona el Pinar y encontramos pastizales de montaña y matorral de piorno y enebro rastrero.
                 ·    Descansamos y tomamos un tentempié.
                 ·    Distancia a recorrer: 12 km
                  ·    Desnivel: 200 m
                  ·    Tiempo andando: 3:30 h   
                  ·    Tiempo total con paradas: 4:00 h
                  ·    Camino: pista
                  ·    Dificultad técnica y física : baja
El tiempo fue espectacular, permitiéndonos tener unas vistas preciosas.
Fuimos en total doce personas, en cabeza Gonzalo que junto a José Vicente fueron los atrevidos de acompañar al resto del grupo todo féminas.
 Sorpresa fue que los 12 kms se convirtieron en 18 kms, pero el buen humor del grupo hizo superar la prueba. 
¡¡¡¡¡¡ RAFA, nos debes créditos.........
Transcurridos los primeros 8 kms, bocata con un sol radiante y una temperatura fresca.
Retomamos el camino de vuelta, donde empezamos a encontrarnos con otros viandantes, cogiendo setas sin éxito ninguno.
Y para no perder las buenas costrumbres:
Cañitas en Somosierra, ¨Mesón el Maño¨ haciendo honores a nuestros chicos, José Vicente y Gonzalo por aguantar a tanta mujer.

Y para terminar hacer hincapié en la buena acogida a gente que como yo somos nuevos en el grupo, que con tanto calor humano, nos hacéis pasar una velada preciosa y con ganas de repetir. 
Gracias y hasta la próxima.
Silvia Caridad.

7/10/2018 Senderismo: Cabeza Lijar: Conchita Carvajal





Sábado 6 de octubre: 20h. Miro el tiempo para mañana en el Puerto del León. Mínima 8º máxima 24º. Estupendo, quizás un poco de frio pronto, luego buenísimo. Me dice Marisa Huidobro: Abrígate que hará frio, no te fíes.
Domingo 7: 7,30 de la mañana en mi casa 12º. Bueno cogeré alguna cosa por si acaso.
Llegamos al puerto, todos muy puntuales. 4º frio y viento
El Alto del León con una altitud de 1.511metros y que recibe el nombre por la estatua de un león de piedra que hay en su cima desde el siglo XVIII.
Empezamos nuestra ruta, 15 chicas y 3 chicos. Gracias Gloria por la organización y gracias Roció por guiarnos tan bien. Salimos, viendo el primer bunker a la izquierda y una gran cruz de piedra a la derecha, era donde empezaba el Vía Crucis. Solo queda en pie esta, las demás las destruyeron después de la guerra civil, aunque vimos algunos restos caídos. Que tremendo, pensar lo horrible que fue nuestra guerra en toda esta zona. Me sobrecoge un poco.   
Ya hemos entrado en calor, el paisaje precioso, el día tan claro que se veía todo, incluso los cuatro embalses: La Jarosa, Valmayor, Navacerrada y Santillana  
Cuestecitas con piedritas, pero llegamos a la cumbre "Cabeza de Lijar" 1823m de altitud y un desnivel de 400m, es el punto mas alto de Guadarrama, limite provincial entre Madrid, Segovia y Ávila.    
Fotos y cumpleaños feliz a Roció, que nos llevo un cake y Marisa una tarta de manzana buenísima hecha por ella. Pepe muy gracioso y simpático animo la parada   
Volvimos por el camino donde estaba la mina de Wolframio, mineral extraordinario por su dureza, usado para material bélico, su precio alcanzo la categoría de los metales mas costosos y su exportación constituyo una importante fuente de divisas para España durante la 2ª guerra mundial.  
10,4 km de recorrido en total. Estiramientos y hasta la próxima.
Besos para todos.

7/10/2018 Montañismo: Cabezas de Hierro: Rafael Alonso






A las 8,30h, estábamos reunidos en el aparcamiento de Cotos: Chelo, Mar, Antonio, Juan Carlos, Reynaldo, Emilio, José Antonio y yo. Con bastante sensación de frío que gracias al aviso a tiempo de José Antonio, el día anterior, nos encontró a casi todos preparados con ropa de invierno.
A casi todos, porque Reynaldo parece inmune al frío y aguantó todo el día con un pantalón y una camisa ligeros y tan contento mientras algunos (como yo por ejemplo) en algunos momentos estábamos bien abrigados y aún así con frío tras la subida (en Cabeza Mayor, sobre la hora en que estuvimos daban una sensación térmica de -2ºC).
Iniciamos la marcha con ánimo, a pesar del catarro de Chelo y mío y la fascítis plantar amenazando a Emilio con una travesía posiblemente complicada.
Bordeamos sin acercarnos el Refugio del Pingaron y seguimos la senda hasta el punto en que a la izquierda baja hacia Rascafría. Para mi sorpresa, Antonio nos desvió por ahí e iniciamos esa bajada que se prolonga bastante hasta el puente, yo pensando en que si la subida por el camino que yo conocía ya era dura, añadir toda esta bajada la haría aún  más dura.
Pero Antonio sabía bien lo que hacía y nos guió con decisión hasta llegar al inicio de lo que sería una de las subidas más duras que yo haya hecho. La travesía había sido bonita y ya teníamos a la vista “Los Pulmones”, que yo no conocía hasta ese momento y por en medio de los cuales debíamos pasar. Vista espectacular y algo intimidante.
Subida dura por la pendiente, por el terreno y por lo larga que es. Con un desnivel, calculo, de unos 800 m que se hacen de un a vez, sin dejar de subir y en la ultima mitad de dicha subida, más bien trepar que subir. La hicimos en hora y media aproximadamente.
Sobre las 11,30h estábamos en la Cabeza de Hierro Mayor, con retazos de niebla que amenazaban por momentos, pero no llegaron a asentarse dejándonos un sol que se agradecía. La fascítis de Emilio no tan mal como el temía, mi catarro dando poca lata y a Chelo algo más, pero aún así subió como si nada.
Tras tomar algo ligero y descansar un poco, vuelta siguiendo Cuerda Larca a Cabeza de Hierro Menor y hacia Valdemartín, para a mitad escasa de la subida, bien dirigidos de nuevo por Antonio, desviarnos a la derecha por una senda que nos fue bajando hasta la estación de Valdesquí.
Sobre las 14,15h estábamos de nuevo en el aparcamiento de Cotos, sol esplendido y ya en un mediodía muy agradable.
Y empezando a pensar en La Cuerda Larga.
Rafael Alonso

30/9/2018 Montañismo: El Pico de La Miel: Reynaldo Vazquez


El domingo treinta de septiembre era el último del mes y el primero del otoño, sin embargo el día fue todavía veraniego.
Quedamos en el club Rafael Alonso y yo, no dirigimos por la carretera de Irún al cementerio nuevo de Valdemanco donde habíamos quedado con Juan Carlos Aguilón, A la altura del cerro de San Pedro pudimos apreciar el tamaño de la ruta que íbamos a hacer desde el extremo oeste de la sierra de la Cabrera hasta el extremo oriental. Es una sierra pequeña, tanto en longitud como en altura, no llega a 1,600 metros en ningún momento, pero a pesar de ello nos pareció que la distancia entre los puntos más occidental y oriental de la misma era mucha. Es una sierra de especial belleza para mí, se levanta vertical tras la población del mismo nombre, granítica y la considero la prolongación de la Cuerda Larga.
Reunidos los tres en el cementerio empezamos a subir. La primera pendiente es fuerte, alcanzada la cara norte se suaviza y el recorrido se convierte en horizontal, Juan Carlos no quiso que nos adocenásemos y para evitarlo giró a la derecha para alcanzar el Cancho Gordo, no lo subimos, llegamos hasta el collado y nos asomamos por él hacia el sur con una vistas sobre los pantanos y Madrid al fondo. Pasamos de 1,500 metros, el punto más alto de la excursión. Rafael confirmó que lo que habíamos visto desde la carretera no era una ilusión óptica el Cancho Gordo era más alto que el pico de la Miel. Desde arriba podíamos apreciar indubitadamente que nos encontrábamos muy por encima del famoso pico.
Colgado en la altura atravesaba el collado un cable y en el estaba suspendida una persona. Es una diversión que deben organizar todas las semanas porque un grupo de América del Sur, con los que nos encontramos más tarde, nos comentó que el domingo pasado también estaban Antonio y María si nos hubiesen acompañado sin duda habrían pedido hacer el recorrido, largo y a gran altura.
Bajamos un poco y volvimos al collado Alfrecho, luego fuimos hacia el pico de la Miel, bajando suavemente.
En la bajada por camino pisé una losa de unos ochenta centímetros de larga y cuarenta de ancho, a pesar de su tamaño y peso la lastra se puso en movimiento y me vi con los dos pies sobre ella haciendo surf hasta que salté a la izquierda, según Rafael, que iba detrás, con gran soltura. El que reaccionó muy bien fue Juan Carlos, que encabezaba la marcha. Ante nuestros gritos, sin saber muy bien la causa de los mismos improvisó un salto a la derecha, clavó el bastón derecho en el suelo y giró a la diestra mientras saltaba hacia ese lado apoyándose en el bastón izquierdo. Se pudo apartar del recorrido de la lancha desprendida. que bajaba deslizándose sobre la piedra y la arena del camino. La roca aplastó el bastón derecho clavado en el suelo y éste frenó su descenso. Fuimos incapaces de mover la piedra para levantarla y recuperar el bastón.
Alcanzado el pico de la Miel, lo sobrepasamos y descendimos paralelos a la sierra hasta ponernos completamente al norte y desde allí iniciar la subida. Tengo que decir que cómoda sin las dificultades que presenta subir por el oeste. Descansamos en la cumbre con buitres sobrevolándonos y con la sensación de que nosotros mismos lo hacíamos porque abajo, en caída casi libre, veíamos los nudos de comunicaciones de la Nacional Uno y al este el pantano de El Atazar. Bajamos por el mismo punto e iniciamos la vuelta.
Pudimos fotografiar a unos veinte buitres sobre dos rocas contiguas.
Los brasileños y bolivianos a los que me he referido antes con los que habíamos coincidido en la cumbre querían dirigirse al convento de San Antonio, antiguo monasterio benedictino del siglo XII con restos anteriores a la invasión musulmana, hoy de la orden idense. Como no conocían el camino Juan Carlos les acompañó hasta el collado Alfrecho y los dejó encaminados.
Teníamos previsto hacer el mismo recorrido, pero, como habíamos alargado el camino original con derivaciones, preferimos seguir por el norte los más recto y horizontal posible y así llegar a comer a hora civilizada.
Las vistas del valle del Lozoya son bonitas, aunque allí ya se abra mucho. Se ve el ferrocarril Madrid Irún que ya ha cumplido 50 años, tengo unos gemelos con dos ruedas de tren que me regalaron cuando se inaguró, la sierra de los Carpetanos, tan querida por Juan Carlos, y que queremos recorrer desde Somosierra a El Escorial. Rafa anímate a incluirla en la programación. Indudablemente dividida en tramos.
En el camino de vuelta llamó Patricia desde uno de los mieleros de Soto del Real, me estaba buscando cera de abeja y Juan Carlos me llevó dos botes uno de cantueso local y otro de azahar valenciano, dos detalles muy adecuados para el Pico de la Miel.
Una excursión menor, pero muy completa (subida, vistas, compañía, rapidez en las primeras cuestas, trepada, conversación y un día ideal, para mí caluroso).
Senderistas bailones poneos en contacto con Rafael Alonso, puede ser un filón.
Y ya pensando en Cabeza de Hierro.
Reynaldo

29/9/2018 Senderismo Desde la silla de Felipe II a Las Machotas: Cristina Carrasco



Enlace del reportaje fotográfico de las Las Machotas (por Ricardo García).






Gloria sustituye a Rafa como coordinadora. Por encontrarse éste de viaje. Salida conjunta de montañeros y senderistas. 
El Escorial: Desde la silla de Felipe II a las Machotas. Es una marcha que se hace todos los años. Ya está institucionalizada.
Rafa días antes como hace normalmente nos manda la información completa con todos los detalles de la ruta. Se lo agradecemos. La información con la gente que quiere ir, se conoce del día anterior. 
Nos reunimos a las 8.00 en el club Mirasierra. 16 personas todos senderistas. Los participantes: Gloria, Gonzalo, José Vicente, Alejandro, Isabel, Elena, Conchita, Nieves, Esperanza, Joaquín, María, Rocío, Begoña, Ricardo, Marisa y yo. Hubo un cambio se apuntó Aida pero no pudo venir y en su lugar fue Marisa. Seguimos siendo 16. Gonzalo, Alejandro e Isabel fueron directamente al lugar del comienzo de la marcha. El resto quedamos en el club Mirasierra.
Nos apuntamos 16 a comer en el merendero. Hubo otro cambio en lugar de Gonzalo, el marido de Nieves, Esperamos verle más veces. Rafa se encargó de la reserva. Para que cuando llegáramos ya estuviera la mesa preparada.  Nos pareció una idea genial.
Pasadas las 9 ya estábamos todos en el punto de partida. A esa hora, tiempo estupendo  fresquito pero con un sol radiante. 
 Como estaba programado la 1º  visita a la silla de Felipe II para contemplar las magníficas vistas y hacerse las fotos. Ya nos las han mandado vía washapp.  Estupendas (las fotos) 
Seguimos las indicaciones del guía para empezar la marcha, le tocó a José Vicente y me propuso a mí que escribiera la crónica y aquí estoy. De" reporter gráfico"  Ricardo y de "escoba" Alejandro. No faltó detalle. Nos enumeramos, ya empezamos a andar, el camino precioso con sombras producidos por los árboles empezamos a subir, subir, subir, llegamos a un claro, seguíamos subiendo, subiendo, subiendo, contemplamos durante prácticamente toda la subida el pantano de Valmayor por un lado y por la otra vertiente el monte Abantos y todo lo demás. Como nos dijo el guía era una subida continuada.
No hubo ninguna incidencia por el camino, estuvimos disfrutando del paisaje, comentando, hablando tranquilamente, sin prisa pero sin pausa. Llegamos al Collado Entrecabezas. El horizonte se abrió, nos encantó. Hora: 10,30 de la mañana
Gloria, Esperanza y María decidieron quedarse allí, esperando  a que los demás  hicieran el último tramo: La Machota Baja, nuestro punto final de la ruta. Y nos encontrásemos con ellas  a la bajada. El resto seguimos el camino, una subida cerca de 170 mts. de desnivel en  aproximadamente 1,5 Kms. más o menos. Es lo que me dijeron. Contemplamos una gran luminosidad, una perspectiva, a lo lejos divisamos el pueblo de Zarzalejos....Por el camino nos encontramos  muchas cagarrutas de cabra hispánica. Alejandro nos contó que habían traído cabras hispánicas de Gredos para repoblar la Pedriza y que se habían adaptado muy bien a este entorno. Comprendimos que sí por la cantidad de huellas. El camino como suponéis era de cabras pero al final llegamos a la Machota Baja. A la cumbre donde se encuentra el punto geodésico subieron Gonzalo, Alejandro, Isabel, José Vicente, Ricardo, Rocío y Elena. Los demás nos quedamos viendo lo malabaristas que eran. Se sacó fotos. Nos quedamos un momento disfrutando del paisaje y reponiendo fuerzas.
Regresamos al lugar donde nos esperaban nuestras compañeras. Hora: 12,30 habíamos tardado 2 horas en hacer el recorrido. Volvimos de regreso por el mismo camino. Llegamos a las 13,30
Antes de llegar en un claro hicimos los estiramientos bajo la dirección de Gloria (se ha convertido en una experta) Yo se lo he agradecido. No tengo agujetas. 
Y ya con hambre, felices y contentos nos pusimos a dar buena cuenta de la comida en el merendero. Bajo los árboles una mesa para 16. El marido de Nieves comió con nosotros.
Tomamos tortillas, ensalada, chuletas de cordero, chorizo y morcilla, todo en abundancia. Regado con cerveza, agua etc. 
Un ambiente muy agradable y distendido. Se llamó a Rafa para felicitarle por su cumple. Se coreó el feliz cumpleaños.
CONCLUSIÓN
RUTA: 7Kms.
TIEMPO: 4 horas
ASCENSO: 391 mts.
El Guía: José Vicente estupendo. sin ninguna incidencia. Nos llevó estupendamente.        
EL REPORTERO GRÁFICO: Ricardo. Sacó todas las fotos del mundo mundial, subía, bajaba, para conseguir que las fotos fueran espectaculares. Esperamos verlas pronto.
ESCOBA: Alejandro cumplió fenomenal. Nos sentimos protegidos y muy bien acompañados.
La excursión un éxito, la gente encantada y yo más.
Gonzalo ya nos tendrás informados con la operación de tu mujer.
Un saludo
Cristina Carrasco