23/09/2018 Senderismo: La senda Ortiz; Jaime Mariategui




Puntos de encuentro y aspectos generales de la ruta:
Salida y llegada de la ruta en el estacionamiento de La Barranca, donde se pueden dejar los coches.
Al estacionamiento de La Barranca se llega por la Carretera de Colmenar (M607) / Puerto de Navacerrada (M601). A doscientos metros de una rotonda con una escultura grande suspendida, se toma el desvío, en ángulo recto, hacia La Barranca. Se Continua unos tres kilómetros en el coche hasta llegar. 
Se trata de un paseo circular, con bonitas vistas y bastante montañoso, aunque con poca pendiente.
Discurre por la provincia de Madrid. Más en concreto, por el Valle de la Barranca en el Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares. Va entre pinos silvestres (Pinus Silvestris), por un camino ancho con poca dificultad en su mayor parte.
La distancia es más bien corta, unos diez kilómetros. Se tarda aproximadamente tres horas y cincuenta minutos en recorrerlo, de los que dos horas y cincuenta minutos fueron en movimiento.
Discurre en las alturas, por la ladera sur de la Sierra de Guadarrama, lo que lo hace ideal para las épocas estivales, soleadas y de moderado calor, y para la primavera y el otoño. Hay poca diferencia entre las cotas más altas y más bajas que se alcanzan, solamente unos trescientos sesenta y ocho metros. Durante el recorrido se suben unos setecientos ochenta y un metros brutos (también se bajan).
El día fue soleado, el cielo azul y la temperatura más bien cálida para la época en que estamos, con un máximo de treinta y dos grados en el pueblo de Navacerrada.
Itinerario
Salimos del estacionamiento de la Barranca y, gracias a los buenos cálculos hechos por Rafa y a la disciplina, empezamos a caminar a las nueve en punto, exactamente, por el camino de la Barranca. Éramos diecisiete senderistas y Sonsoles Herrero fue la guía. Como corresponde a los tiempos de inversión de valores en que vivimos, la escoba era el Dr. Ingeniero D. José Vicente Armela.
Hacía fresquito, pero, a la media hora de marcha, entrados en calor, donde se desgaja la senda Ortiz, a la derecha del camino de la Barranca, empezamos a desnudarnos.
Tras una subida suave, a la hora y media de la salida, llegamos al emplazamiento en el que estuvo el Real Sanatorio de Guadarrama, donde se curaban los tuberculosos. Desde ahí hay una maravillosa vista de Madrid y de pueblos, bosques y pantanos de la sierra. Tapando la vista estamos nosotros.
Paramos a comer en el Mirador de las Conchas, a las dos horas de haber salido. Tras la restauración del ánimo y del estómago, empezamos a bajar por el camino de La Barranca.
A las dos horas y cuarenta y cinco minutos de la salida, a la altura de un mojón, tiramos a la izquierda hacia el collado del Piornal y el pico de la Maliciosa. Si hubiéramos seguido de frente hubiéramos llegado al estacionamiento. A los pocos cientos de metros llegamos a la fuente de la Campanilla, donde se bebe, se pide un deseo y se toca la campana. Si no se cuenta el deseo se cumple.
Bajamos por donde habíamos venido, cruzamos el camino de la Barranca y, entre pinos, helechos, escaramujos y algún que otro piorno, atrochamos hasta otro cruce con el camino de la Barranca, donde subimos unos metros a la izquierda. Tomamos a la derecha y volvimos a atrochar, por la margen izquierda de un arroyo, hasta un embalse de la Barranca. Cruzamos por la presa y a los pocos metros estaba el estacionamiento. 
Numerados, estábamos todos sanos y salvos. Como se agradeció que los mejores hicieran de escoba. Los deseos de la fuente de la Campanilla debieron ser buenos, porque no hubo contratiempos en la marcha.
De ahí, espoleados por los malos pensamientos, fuimos al Cereceda a calmar la sed de cerveza.
Jaime

24/9/2018 Montañeros: La Senda Maeso; Chelo de Dios





Ya lo habían dicho. El día sería caluroso, “más de lo habitual para la época”, repetían machaconamente los noticiarios…pero no nos arredramos. A las 8.30 iniciamos la ruta Antonio, Jorge, Reinaldo y quien escribe. Salimos de Canto Cochino y en ascensión imparable nos dirigimos a través del Cancho de los Brezos y la Cañada hasta la cárcava del Elefante. 
Mención aparte para esta caprichosa e impactante roca de la Pedriza. Una más de las muchas que nos regala esta sierra con formas que, como en este caso, necesitan poca imaginación para entender que sí, que en la sierra de Madrid hay elefantes, y cocodrilos, y guerreros…Preciosas fotos en el lugar y continuamos la marcha.
Tomamos el PR hasta la piedra que marca el inicio de la Senda Maeso. Alguien, desconocemos el motivo, ha tachado el nombre de la senda. Buceo en la literatura y me entero de que Antonio Maeso “fue un importante montañero madrileño que durante décadas divulgó los secretos del guadarramismo en la entusiasta parroquia deportiva que pobló la sierra en las décadas de la posguerra” (gracias, Alfredo Merino, por dar esta información en la web, que no se diga que no citamos las fuentes..:http://www.elmundo.es/elmundo/2010/09/24/ocio/1285318569.html). A la senda se la conoce por otros varios nombres: La Rinconada, la Trocha del Alcornocal y también PRC-1. Lo que no llego a entender, a pesar de mis lecturas, es por qué a alguien se le ocurrió tachar el nombre y dejar esa fea marca en tan hermoso paraje.
Avanzamos por la dificultosa y arriscada senda, al menos en este tramo. Nos esperaba además el desafío de no dejarnos arrollar por los esforzados participantes en una de las numerosas carreras que ahora se hacen por la montaña. Era claro que allí estorbábamos, así que con buen criterio Antonio nos desvió por un pequeño sendero próximo a la Pradera del Yelmo. Bajamos por el camino de la Lagunilla hasta el risco de los Principiantes y posterior llegada a Canto Cochino.
Prometieron calor y vaya si lo hizo.
Recorrimos unos 10 km, con un desnivel de 600 m y un tiempo de 4,30.
Así que todo ello bien merecía una cervecita fría antes de regresar a casa.
¡Muy buena semana para todos!
Chelo de Dios

16/09/2018 Senderistas: El Camino Schmid: Desde el puerto de Navacerrada hasta el Puerto de La Fuenfria y vuelta: Pablo Olavide



Enlace al albún de fotos hecho por Ricardo García.
https://www.dropbox.com/sh/5neqovmed1dtt02/AABkdzgvzlkeChtRep54f2Cra?dl=0

Enlace al video hecho por Ricardo García.
https://www.dropbox.com/s/3or4o6o42hyc9kh/Navacerrada%20a%20La%20Fuenfr%C3%ADa.mp4?dl=0



Crónica de senderismo: El Camino Schmid. El reencuentro con la sierra: Pablo Olavide

Con la llegada del verano se pone fin cada año a la temporada de marchas montañeras del club Mirasierra y comienza un largo periodo donde, el que más y el que menos, pone sus ojos (y su cuerpo) en otros parajes lejos del Guadarrama. Al menos eso me pasa a mí; me alejo en estas fechas de la sierra ante el temor de encontrármela llena de veraneantes, coches y ruido. Ya sé que es una apreciación sin mucho fundamento y que también, en época estival, el Guadarrama conserva su encanto… pero el pensamiento tiene sus miedos.
Y así, en cuanto llega el mes de septiembre y los calores se hacen más soportables, mis ojos se vuelven a posar en el Guadarrama y desde la ventana de mi casa vuelvo a contemplar su sugerente silueta esperando con ansia el inicio de las excursiones del club Mirasierra. 
Para iniciar la temporada, Rafa nos propone una de las rutas más emblemáticas de esta sierra: el camino Schmid. Por lo visto, según cuenta la historia (y Wikipedia), esta ruta la estableció un austriaco, socio número 13 de la Sociedad Española de Alpinismo Peñalara, con el propósito de unir el puerto de Navacerrada con el Albergue de la Fuenfria allá por el año 1926, cuando comenzó a explorarse esta sierra por los primeros científicos, pedagogos y excursionistas.
A las 8:45 reina la calma en la Venta Arias del puerto de Navacerrada, pero, pronto, ésta se ve alterada cuando empezamos a llegar y nos agolpamos en la barra del bar ante un reconfortante café. Siempre es grato volvernos a encontrar tras el largo paréntesis veraniego. Ya en el exterior, nos numeramos como dicta el sentido común y Rafa nos pone al día de las últimas novedades para este curso montañero. En esta ocasión somos 21 excursionistas más Caos, un simpático perro que acompaña a Paz.
Capitaneados por José Vicente Almela, a quien le ha tocado en esta ocasión la noble labor de hacer de guía, iniciamos la marcha. En un periquete nos plantamos en la Residencia Militar de Los Cogorros, un inmenso albergue granítico con aires de chalet alpino y desde aquí, cruzando la pista de esquí del Escaparate, nos internamos en el bosque, en ese inmenso pinar de Valsaín que constituye uno de las mejores masas forestales de toda la Península. El camino es cómodo y amable, bien trazado (se ve que Schmid hizo bien su trabajo) y culebrea entre los árboles salvando arroyos y peñas. En algún recodo de la senda, el bosque se abre y nos deja atisbar la inmensa llanura castellana, parda y seca tras el verano, que se extiende más allá de la sierra. Mientras tanto, Caos va y viene entre la larga fila y Ricardo se aposta en cada rincón para dejar testimonio gráfico de nuestra marcha.
Pronto se rompe la horizontalidad del camino y este empieza a trepar por la ladera en busca del Collado Ventoso. A alguno de nosotros, este cambio nos pilla por sorpresa, pero nadie se rinde y alcanzamos el deseado puerto para tomar un merecido descanso. En el suelo florecen las “quita-meriendas”, unas florecitas lilas que anuncian el final del tiempo de bonanza.
Desde aquí descendemos por una senda tortuosa hasta la fuente de Ruiz de Velasco y enlazamos con la carretera de La República. Por lo visto, esta vía inconclusa fue proyectada en época de la república para unir Cercedilla con Segovia a través del puerto de la Fuenfria y, de esta manera, acercar la sierra y la naturaleza a los ciudadanos. Hoy en día, trazar una carretera por estos parajes naturales sería impensable, supongo. 
Y así, paso tras paso, llegamos al puerto de la Fuenfria no sin antes hacer una breve parada en el Mirador de la Reina (paradójico nombre en una carretera republicana) y sacar una foto de familia contemplando los hermosos pinares a este lado de la sierra.
Y tras dar buena cuenta de nuestras viandas en La Fuenfria, volvemos al camino, a sumergirnos en el bosque, a transitar por la senda Cospes que nos llevará de nuevo al camino Schmid. Volvemos a desandar el camino, a tropezarnos en las mismas piedras mientras Caos sigue yendo y viniendo, incansable, por la larga hilera que formamos. Y Gloria nos anima a que ninguno nos quedemos rezagados.
En Venta Arias hacemos la última parada, tal vez la más importante, la de la cervecita y las aceitunas. Y entre buenos deseos y ánimos ante este nuevo curso que se presenta, nos vamos despidiendo.
Gracias a Rafa por organizar cada salida, a José Vicente por guiarnos, a Gloria por animarnos a seguir, a Ricardo por sacarnos tan guapos y a todos vosotros por acompañarnos. 
En total, 12 kilómetros en cuatro horas salvando un desnivel de 400 metros. 
¡Buena semana, amigos! 
Pablo

Hemos participado en esta marcha: Rafael Garcia Puig, Marta García Puig,
José Vicente Almela, María José Cimadevilla, Paz Vizcaino, Begoña Mata, Roció Eguiraun, Gloria Fernández, Ricardo García Ramos, Alberto Extramiana, Sílvia Espinosa Salas, Alejandro Gutiérrez, Isabel Fernández, Jaime Mariategui, María José Mira, Gonzalo Fernández Lamana, Alfonso Simón, Mari Carmen Vázquez, Marisa, Juana López y este cronista, Pablo Olavide.

16/09/2018 Montañeros: La Peñota y La Peña del Aguila y Collado de Marichiva.





Crónica de Montañismo: La Peñota, Peña del Águila y Collado de Marichiva: Emilio Rodríguez
Si de alguna manera podemos resumir la el re-encuentro de hoy, la mejor manera, sería la expresión ¡Por fin! Ha pasado mucho tiempo, sin ver a los compañeros, sin pisar pinocha y sin subir una montaña con el club. ¡por fin comienza la temporada! No podíamos pensar en mejor comienzo que subir el pico de los tres penachos y nombre de peña. 
Después de un gran abrazo y ponernos al día sobre las actividades del verano (pocas sinceramente), a las 8:30 comenzamos el ascenso los seis montañeros que hemos abierto la veda, a través del camino que conduce directamente al collado Marichivas. Rumbo oeste hasta culminar la peña del Águila y ascenso recuperando tiempo (rapidito) hasta el segundo pico de La Peñota, que allí nos esperaba con ese aspecto de libros tumbados, y guardados eternamente, conteniendo la historia del lugar, de las personas que los alcanzaron, pero que nunca podrán hojearlos, porque sus hojas están selladas para siempre. Berg Heil al medio día y fotos conmemorativas con bandera incluida, porque la enseña nacional ya forma parte del grupo. Anécdota digna de mencionarse, ya que es la primera vez en la que el guía oficial sube el último al pico al que se supone que guía a los demás. Consecuencias de ser un guía novato.
Descenso muy rápido apretados por el sol y con la fascitis plantar mordiendo el talón, lo que lejos de ralentizarnos, nos motiva a apretar el paso para llegar antes.
Siempre he dicho que si es cierto que es la montaña lo que nos une al grupo, no le queda muy atrás las ganas de compartir con nuestros colegas de senderismo. Nunca imaginé aprender tanto de vosotros compañeros, os estoy muy agradecido, porque además de la satisfacción del doblete entre El Águila y La Peñota, hoy he aprendido, de ciencia, de tecnología, de sentencias judiciales, de política (¡cómo no!), de energía solar, del Delta del Ebro, de cómo dirigir una fundación, de ver más cercanos a las nuevas caras de la política, de la Universidad para mayores y de todas las cosas que hoy habéis compartido conmigo. Las salidas no serían lo mismo sin vuestra amena conversación.
13:30 en el aparcamiento. Cinco minutos de estiramientos para que los músculos recobren la elasticidad inicial y vuelta en el coche al club. Han sido 5 horas de excelente compañía. Dejamos Majavilán con ganas de volver a recorrer los 16 km, salvar los 989 m de desnivel, andar los 18.000 pasos, pero sobre todo esto: volver a oir la sonrisa siempre presente y contagiosa de Viky, la palabra docta en todos los temas de Reinaldo, siempre en el Camino de Santiago (no os perdáis la siguiente megaruta), el juicio siempre certero y sosegado de Toño que comienza su estudio sistematizado de la música (ánimo campeón que la música no tenga secretos para ti),  el amor a la naturaleza, la memoria infinita de los caminos  y el gusto por los productos de su propio huerto, (esta es la mejor forma de hacerse vegano) de Juan Carlos, el compañerismo infinito y la dedicación al club de Elías, (con ese nombre, solo podía ser un gran profeta en su tierra). 
Aquí se acaba esta crónica de este cronista improvisado que ha sido un desastre de guía, pero al que han aupado sus compañeros. Os he echado de menos y os espero en la próxima salida, (si los talones me lo permiten). 
Un abrazo a todos.
Emilio