A
las 8:30, puntuales como siempre; el grupo de montañeros de hoy formado
por Emilio Rodríguez, Rafael Alonso del Riego, Antonio De la Fuente,
Pablo Puerta, Mar Barrionuevo, Jorge Dukelsky, Juan Carlos Aguilón,
Francisco Albasanz, Izabella Barlinska, José del Campo y el que realiza
esta crónica, Francisco Vaquero; tras dejar los coches en el último
parking de las dehesas, (1.400 m) enfrente de una fuente de la que mana
un agua muy buena y fría al decir por los que estaban rellenando sus
grandes recipientes y cantimploras, y que yo probé al finalizar la
marcha y puedo corroborar.
Pues
como decía, con ilusión y ganas iniciamos el recorrido hacia la
Pinareja. La primera pausa la realizamos en el puerto de la Fuenfría
(1.796 m) al cual llegamos sin pasar por la Calzada Romana.
Tras
una pequeña pausa continuamos la marcha en dirección al Cerro Minguete,
dejando atrás el bosque de pinos silvestres; donde descansamos un poco
para recuperarnos de los 200 metros de subida que acabábamos de hacer.
Parece que las fuerzas se resentían, principalmente por el calor; y a
propuesta de Antonio, todos acordamos subir al Montón de Trigo (2.161 m)
Cada uno a su ritmo, y siguiendo el sendero marcado con hitos de piedra
que pasa entre piornos serranos y enebros rastreros, bajamos un poco
hacia un collado para comenzar la subida hacia esta montaña tan peculiar
junto a Siete Picos y a la que llegamos tras dos horas desde el inicio.
Una vez en la cima, aprovechamos para disfrutar de las maravillosas
vistas del cordal de La Mujer Muerta con las cumbres de la Pinareja,
Peña del Oso y Pico Pasapán; de Siete Picos y, a lo lejos, de la Bola
del Mundo. Aprovechamos como siempre para recuperar fuerzas cada uno con
lo que trae de avituallamiento y comparte; y para hacernos la clásica
foto de grupo.
Existe
una leyenda sobre el nombre del Montón de Trigo, trata de un rico
campesino que poseía un importante número de hectáreas de cultivo. Se le
acercaron dos caminantes que estaban cruzando la sierra desde Segovia
para solicitarle que les diera un poco de trigo y poder cambiarlo por un
ungüento que pudiera curar al que estaba enfermo. El campesino les
comentó que lo que veían no era más que un montón de rocas y arena, son
los rayos de sol que inciden en este monte los que engañan vuestros ojos
y por eso pensáis que es trigo la tierra. Si esta montaña está formada
por rocas… Que así sea. -dijo el caminante en voz baja. La niebla se
retiró de repente tras un gran estruendo que pareció ser el trueno que
acompaña a un rayo que ha caído muy cerca. Los dos viajeros habían
desaparecido y al darse la vuelta el campesino, pudo contemplar como su
montón de trigo, se había convertido en una montaña rocosa para siempre:
El Montón de Trigo.
Ante
el calor que cada vez más hacía su presencia, acordamos regresar
buscando la zona más sombría. Al llegar al puerto de la Fuenfría optamos
por continuar por la Calzada Romana, salvo José del Campo que optó por
la carretera de la República.
A
destacar, el ambiente tan bueno que como siempre existe en los
compañeros que domingo tras domingo forman este grupo de montañeros.
FELIZ VERANO A TODOS: SENDERISTAS Y MONTAÑEROS.
Francisco Vaquero