Hoy
hemos sido 12 los montañeros/as que nos hemos animado a disfrutar de
nuestra maravillosa sierra: Chelo, Mariane, Silvia, Emilio, Antonio,
Rafael, Reinaldo, Jose Antonio, Juan Carlos, Jesus, Francisco y el
cronista que os resume la jornada, Alberto.
Tras
un debate previo el día anterior, se decide comenzar la ruta en Canto
Cochino en lugar de en el collado de quebrantaherraduras, ya que
existían dudas razonables sobre la posibilidad de que la benemérita
pudiese estar multando a los coches que aparcasen fuera de los
estacionamientos señalizados en el parque. Más vale prevenir.
Entre
las 8:15 h y las 8:20 h llegamos todos al parking de Canto Cochino.
Sabia decisión, por cierto, el quedar a las 8:15 h, ya que como hemos
venido observando recientemente, de llegar sólo 15 minutos más tarde lo
hubiésemos tenido complicado para encontrar sitio. En el intervalo de
ese cuarto de hora el parking pasa de estar semivacío a llenarse por
completo.
Comenzamos
a andar sobre las 8:30 h partiendo desde Canto Cochino hacia el collado
de quebrantaherraduras, el día es soleado y la temperatura es fresca,
aunque todos intuimos que no vamos a tardar demasiado en comenzar a
quitarnos capas.
Tal
como sospechábamos, a medida que vamos subiendo comienza a sobrarnos de
todo, así que nos liberamos de alguna capa de ropa y proseguimos la
ascensión, siempre ganando altura lentamente, hasta llegar a la pista
forestal que se encuentra pasado el collado.
Desde
allí, y tras avisar a Silvia, que venía por primera vez a montañismo,
de que hasta ese momento sólo habíamos hecho el calentamiento (no se
fuese a confiar), comenzamos una ardua y constante subida hacia la base
de Peña Blanca, al principio por un cortafuegos, después por un sendero
bien definido y un poco más adelante por uno no tan bien definido, pero
sin perder de vista el muro que se encuentra a la izquierda en ningún
momento. El recorrido estaba algo cerrado de vegetación, y en algún
momento nos obligó a abrirnos paso apartando ramas y trepando por
algunas rocas, lo cual lo hizo más interesante (estos tramos off road
siempre aportan cierto picante y le hacen a uno pensar en la sabia
decisión mañanera de ponerse pantalones largos en lugar de cortos). A
destacar las excelentes vistas de toda la pedriza y del embalse de
Santillana que quedaban a nuestra espalda a medida que íbamos ganando
altitud. Grata recompensa conquistada paso a paso con esfuerzo y sudor.
Tras
la subida continuada llegamos a la base de Peña Blanca, desde donde
podemos observar una espléndida vista del pueblo de El Boalo.
Desde
la base, partimos un subgrupo de 8 montañeros con ganas de trepar y
coronar este pico, guiados por Antonio. Tras trepar como cabras durante
unos 15 minutos y pasar un poco de vértigo, llegamos a la cumbre (1.598
metros de altura), con gran subidón de adrenalina colectivo (y grito de
guerra de Mariane) tras superar las dos rocas finales, que eran de aupa.
Tras
descender nos reagrupamos y partimos todos siguiendo la cuerda de los
Porrones, hasta llegar al collado de los Vaqueros, dónde hacemos un alto
y damos buena cuenta de los frutos secos y demás viandas que llevábamos
en las mochilas. Reinaldo nos invitó a una degustación de un pan que
estaba buenísimo pero cuyo nombre soy incapaz de recordar (¿calandrajo?
¿zalandrajo?) aunque si me la tuviese que jugar estoy casi seguro de que
es Calandrajos.
Tras
el aperitivo, continuamos la marcha y siguiendo la cuerda, en un
collado más adelante nos desviamos a la derecha (no sin antes
despedirnos de la Maliciosa Chica, que se encuentra cerca) y bajamos
cruzando el bosque hasta llegar a la pista de las zetas. Andamos un poco
por esa pista y decidimos atajar bajando otro tramo off road por el
medio del bosque. Allí Silvia se revela como una excelente descendedora,
encabezando el descenso en algunos tramos. Tras algún que otro
resbalón, finalmente damos con un sendero que baja cruzando el bosque
hasta llegar a Canto Cochino.
Terminamos
en el parking a las 13:20 h, tras haber realizado 10 kilómetros de
recorrido con 826 metros de desnivel acumulado y varios tramos de “campo
a través”, en una jornada soleada de temperatura casi veraniega en la
que nos hemos cruzado con muy poca gente.
Una
mañana extraordinaria con muy buen ambiente en la que personalmente he
disfrutado mucho tanto del recorrido como de la compañía. Así es más
fácil enfrentarse al lunes.
Saludos a todos!
Alberto