Aida Luque
Conchita Carvajal
María José Cimadevilla
Paz Vizcaino
Mariane
Enrique Díez
Alejandro Gutiérrez (Guía)
Isabel Fernández
Gonzalo Fernández Lamana
Alfonso Simón
Mari Carmen Vázquez
Kaos (perro de Paz)
Elena Sandoval (servidora)
Datos de la marcha:
Distancia recorrida: 14 Km
Distancia recorrida por Kaos: 28 Km, como poco. Según su dueña es metrosexual (así cualquiera)
Tiempo (sin paradas): 4 horas
Con
nuestro horario recién cambiado y la luz del día ya saludándonos, daba
gusto acudir a nuestra cita con la montaña y con nuestros amigos los
senderistas.
Por
un lado, los que salimos desde Mirasierra, y por otro, los que iban
directamente al punto de encuentro, todos nos reunimos en el parking de
Majavilán en las Dehesas de Cercedilla.
Sólo
mencionar de pasada que hubo un pequeño retrasillo de media hora por
parte de los que veníamos de Mirasierra debido, claramente, a que los
GPSs aún no están perfeccionados, jeje.
Por
supuesto, ni un reproche, ni un mal gesto, por parte de los que
esperaban. Ya desde este momento, y como se pudo apreciar en otros
tantos detalles de la excursión, se palpó la paciencia, la generosidad y
el compañerismo, tónica característica que prevalece ante todo en este
maravilloso grupo.
Pues bien, el otoño nos regalaba una espléndida mañana soleada, clara y limpia.
Alejandro,
nuestro guía, siempre pensando en lo mejor para todos, decidió cambiar
un poco el itinerario previsto y subir por la carretera de la República,
en vez de por la calzada romana, para que se hiciera más suave la
subida.
Y
así lo hicimos; comenzamos a subir. Primero a buen ritmo, y luego ya
con paradas breves, pues algunos no podíamos evitar detenernos a
fotografiar tan hermosos paisajes que nos iban llamando la atención.
El sendero era precioso y discurría entre bosques de grandiosos pinos silvestres (“Pinus sylvestris”). De vez en cuando, asomaba algún que otro acebo (“Ilex aquifolium”),
algunos de ellos exhibiendo sus descarados frutos rojos, y otros
mostrando simplemente su porte coqueto y sus características hojas,
duras, espinosas y brillantes.
Como
no debería ser de otra manera, de cada excursión uno se lleva nuevos
conocimientos, y en este caso, y gracias a Alejandro, aprendí que el
acebo es un árbol normalmente dioico, a diferencia de la mayoría. Es
decir, que existen árboles femeninos que son los que dan frutos, y
árboles (pies) masculinos sin capacidad de generar frutos.
Desde
aquí agradezco a Alejandro su lección de botánica, que, si me la
impartieron en la carrera de Biología, no debí estar muy atenta, pues
sólo conocía esta peculiaridad del árbol “Ginkgo biloba”.
Tras
atravesar algún arroyo y disfrutar del sonido del discurrir del agua,
entre charleta y charleta, llegamos a la zona de los miradores de los
Poetas, con preciosas vistas de toda la Sierra, incluyendo los Siete
Picos, la Maliciosa y la Cuenca del Guadarrama. Por supuesto,
inmortalizamos nuestro paso por allí con un “selfie” en toda regla.
Concretamente, la foto de grupo es desde el Mirador de Vicente
Aleixandre donde, en una de sus enormes rocas de granito, se puede leer
su poema:
-“Sobre
está cima solitaria os miro, campos que nunca volveréis por mis ojos.
Piedra de sol inmensa, eterno mundo y el ruiseñor tan débil que en su
borde lo hechiza.”
Si no todos, creo que la mayoría, hicimos foto del poema en la roca.
Muy
cerquita de los miradores, nos encontramos con el Reloj de Cela, un
llamativo reloj solar dibujado en las piedras, y en el que pudimos
comprobar que, efectivamente, se marca la hora con tu sombra, si te
colocas en la fecha del año más próxima a la actual, y también, marcada
en las piedras.
Tras
otras tantas fotografías, retomamos el sendero y por fin llegamos al
Puerto de la Fuenfría, situado a 1796 m, donde descansamos 15 min y
repusimos fuerzas con un merecido tentempié (incluso se repartió jamón
ibérico) que nos supo a gloria.
Desde el Puerto, emprendimos el camino de bajada continuando por la carretera de la República hasta el Collado de Marichiva.
Desde
el Collado, nos deleitamos de nuevo con vistas espectaculares del Valle
y pudimos distinguir desde ese punto, nuestras famosas cuatro torres de
Madrid.
La
bajada requería algo más de concentración en cuanto a la pisada, pues
había piedras sueltas; y fue ese, el único factor que nos hizo callar un
ratito (especialmente a las mujeres), y durante unos minutos,
escuchamos el silencio y disfrutamos de los preciosos sonidos de la
Naturaleza.
Ya
habían pasado las 4 horas largas desde el comienzo de la marcha;
intuíamos el final, y aunque los piececillos comenzaban a resentirse,
nos fuimos reuniendo en grupos más grandes y hablamos y opinamos alegres
de todo un poco, hasta de política, y entre risas, una de las malévolas
mujeres concluyó que Pedro Sánchez tenía “tetas”, a lo cual uno de los
senderistas (varón) respondió: bueno… pues entonces ya me gusta un poco
más…
Y de repente, ya estábamos en los coches. No pudimos profundizar más en el tema, por lo que … ahí lo dejo.
Y así es como finalizó esta marcha tan preciosa al Puerto de la Fuenfría.
Elena Sandoval