Domingo 11/12/2016


 Marcha  al Pico del Nevero 


Gran afluencia de montañeros y senderistas y por una vez los hombres casi igualan a las mujeres. Nos acompañaron:

Gloria, Reinaldo, Rocío, Esperanza, Ricardo, Sandra, Viky, Elena, Cristina, José Eugenio, Antonio, Mar, Juan Carlos, José Antonio y  Gloria, Pablo y Juana, José del Campo, Marta, Katinga y un servidor José Vicente.
Aparcamos en lo alto del puerto de Navafría a 1773 m y enfilamos hacia el Nevero. El camino no tiene pérdida, se cruza una cancela enfrente del aparcamiento y se sigue una senda paralela a una alambrada que lleva directamente a las estribaciones del Nevero.
Antes de partir Juan Carlos nos avisó de que la subida al principio era un “poquitín” dura. No exageró nada, el primer km es de constante ascenso con rampas bastante fuertes que todos  aguantamos con solo pequeñas muestras de agotamiento. El que más se lució fue Ricardo (nuestro magnífico fotógrafo) que subía y bajaba sin cesar buscando las mejores fotos. Me recordó lo que hacía el perrito de Paz, sea dicho en el mejor sentido.
El Nevero más que un pico es una larga meseta situada a 2.109 m. y a partir de ahí la marcha de unos 2 km es muy sencilla, pisando la nieve todo el tiempo y Reinaldo en vista de que solo hacía 4 grados, se quitó la cazadora. ¡Qué tío!
El paisaje es muy uniforme pino Slivestre al principio y piornos y enebros rastreros a partir de los 1800 m. Las vistas hacia el valle de Lozoya maravillosas, con los embalses de Pinilla y Riosequillo.
Al llegar al pico nos encontramos a los montañeros de Segovia que llevaban las figuritas del belén que colocaron con gracia en la oquedad de una roca.En el descanso nos pusimos ciegos de turrón, mazapán, guirlache y hasta de un panetone que repartió Rocío, sin olvidar el cava que llevó Ricardo.
La bajada por el mismo camino nos llevó al aparcamiento. En total hicimos 7,8 km y subimos 480 m, lo que no está nada mal.Cuando  llegamos los últimos, los montañeros que son unos acelerados (dicho con cariño) ya se habían marchado, lo que produjo un poco de descontrol y nos quedamos sin la tradicional cañita. Como Ricardo y Esperanza ya habían avisado que se quedaban a comer con unos amigos en la zona, Cristina y yo, que habíamos ido con ellos, estuvimos a punto de quedarnos en tierra. Menos mal que estaba Elena que nos metió a cinco en su coche, lo que me dio ocasión de compartir el viaje con cuatro simpáticas y agraciadas damas.
Al final solo nos quedamos seis y los que se fueron se perdieron los ejercicios de estiramientos que como siempre dirigió nuestro magnífico preparador personal Juan Carlos.

¡Buena semana a todos!


Jose Vicente Almela


Que disfrutéis


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