A las siete y media del tres de febrero de 2019 Alberto, Emilio y Elías estaban en el club y se debían encontrar con Juan Carlos y conmigo en la fuente de Majavilán. Cuando atravesaba Navacerrada recibí una llamada de Emilio informándome del corte de la carretera a partir de la desviación del hospital. Hablaba con él cuando me quedé parado por estar coches detenidos en la carretera impedidos de continuar, eran ellos. Decidimos seguir hacia el hospital cuya carretera estaba limpia por la acción de una máquina quitanieves, pero el aparcamiento estaba fuera de la acción de las quitanieves y con una rampa fuerte por lo que no nos atrevimos a dejar allí los coches ante el temor de que volviese a nevar o helar. Decidimos ir al embalse de la Jarosa y lo hicimos directamente por Los Molinos, está relativamente cerca. Si hubiésemos sabido que los senderistas se dirigían al Hoya de San Blas nos habríamos apuntado, no sólo por la compañía siempre agradable y más animosa y regocijante de nuestros amigos, sino también por honrar al santo en su festividad. El camino de la hoya pasa cerca de la estatua del santo que da nombre al sitio. El año pasado en una marcha conjunta el día cuatro de febrero hicimos ese camino Gonzalo y yo capitaneados por Juan Carlos, sobre una nieve blanda de ocho centímetros. También buscando refugio de la nevada. Llegamos al pantano de la Jarosa y allí decidimos en vez de subir a la Cabeza de Lijar, más batida por el viento, desviarnos a la izquierda para hacer el Vía Crucis del Valle de los Caídos. Cruzamos un arroyo y Juan Carlos recordó que dos años antes nos costó encontrar un paso por el caudal que llevaba. Hoy había agua, pero un par de nosotros lo cruzamos sin preocupación pisando en su lecho. En la siguiente bifurcación volvimos a optar por la izquierda. Nos salimos del camino y tomamos un atajo que acortaba mucho el recorrido amplio de aquél. Entre los árboles normalmente el viento no se siente con la misma intensidad, lo frenan; pero esta vez no funcionó así, además la sombra evitaba la radiación. Las manos se me quedaron heladas y no tuve otro remedio que imitar a mis compañeros y ponerme guantes, que tardaron mucho en conseguir efecto en mis manos. Llegamos a la tapia del Cuelgamuros, pasamos por un punto donde había sido derribada hace años. La cruz imponente apareció ante nosotros. Llegamos al itinerario del Vía Crucis entre la VIII y la IX estación, decidimos ir hacia el principio. Para empezar una subida de muchos escalones que por fin nos hizo entrar en calor, a lo que ayudó que nos encontrábamos en la cara sur. La capilla de la VIII, a la que hay que subir por una escalera no adecuada para los actos religiosos, es de un estilo románico pirenaico vanguardista, es probablemente la que está más alta, tiene unas vistas espectaculares del valle, Guadarrama, la Maliciosa, Valmayor... Desde allí bajamos hacia la VI, volvimos a subir, esta vez la cumbre estaba coronada por una neoclásica y llegamos hasta la última (primera) capilla de tipo románico. En los puntos donde se tenía una vista amplia de la escalinata se apreciaba su magnitud. Los que habían tenido la oportunidad de recorrer la muralla china afirmaron que era una sensación parecida. El amor patrio engrandece no sólo el espíritu por lo que se ve. Paramos a tomar las habituales viandas. Entre caldo e infusión sofisticada, propias y típicas de Emilio y Juan Carlos, contó aquél la historia de una chiquilla que desapareció en el monte Abantos, que teníamos frente a nosotros, fue a principios del siglo XX y reapareció treinta años después. Pensé que tal vez habían elegido este sitio para enterrar a Franco por ese motivo. Vimos volar varios buitres, espero el vídeo que hizo Alberto. Por cierto me fijé en el porte de Alberto, con esas cualidades físicas has perdido el mérito que te atribuí por lo que hiciste en la Cruzapedriza, así todo debe ser fácil. Nos volvimos y alcanzado el punto por donde nos habíamos incorporado al Via Crucis, vimos que teníamos tiempo de sobra para hacer la parte que faltaba y llegar al calvario que suponía la última o tal vez la XII estación. Llegamos al poblado, compuesto por cincuenta viviendas para los trabajadores del lugar, pero que en esta época del año sólo están habitadas nueve. Su construcción parece buena, chapadas en granito de unos diez centímetros y en su parte superior con medios troncos de pino. Fuera se acumulaba madera cortada, combustible que, sin duda, las hará más acogedoras en esta época del año. Uno de los escasos habitantes paseaba su figura propia de Sancho por la calle por la que transitábamos y se identificó como guarda de Patrimonio Nacional fuera de servicio, que si llega ha estar de servicio nos hubiera multado, las cuantías que nos dijo eran desproporcionadas por su cuantía altísima, que todavía los guardas avisaban, pero la Guardia Civil multaba a placer, que las medidas eran necesarias por el peligro de incendio y por la presencia de Franco, etc. Decidimos hacer caso a tan desagradable advertencia e iniciamos el regreso, cuando apareció un coche de Patrimonio Nacional con tres guardas, nos pararon y nos dijeron que estaba prohibido estar donde estábamos, dijimos que nos lo acababan de advertir y que estábamos saliendo, nos dijeron por donde teníamos que salir, pero no nos enteramos. Recuperamos la senda de salida y volvimos al otro lado de la tapia, arrastrando con nosotros a otros excursionistas a los que advertimos de la presencia de la guardería. Vuelta por el mismo camino y como tuvimos tiempo sobrante entramos en el bar del aparcamiento donde ardían unos troncos magníficos en el hogar con ese calor agradable que produce el fuego. Nos acordamos de Mar que por las prisas que tenemos siempre los montañeros se ve privada del colofón de unas cañas con los amigos desde hace tiempo. Brindamos, no recuerdo por qué. Y nos despedimos encargando a Elías que la próxima marcha conjunta que organizase fuese por la sierra este de Madrid y con mayor entidad, que transcendiera a un paseo para abrir apetito. Si alguien quiere contrastar esta crónica con la última por los mismos lares o el hueco de San Blas gracias a la magnífica labor de Francisco, primero, y de Elías y Gonzalo, en la actualidad, exhaustivos documentalistas de este material escrito, podrá hacerlo y comprobar si me he repetido o no. Espero que las montañas estén en el mismo sitio y orden Un abrazo Reinaldo P.D. Se puede pedir autorización a Patrimonio para hacer el Vía Crucis con entrada gratuita en el valle. El guarda nos ha dicho que obtenida la autorización nadie comprobará si rezamos o no. Para los que quieran rezar recomiendo los dos que se organizan, no sé si por los benedictinos o con el respaldo de su comunidad, en la que tras la reliquia del Lignum Crucis se hacen enteros desde los Juanelos hasta la basílica, el sábado de Pasión (víspera del Domingo de Ramos) y el catorce de septiembre Exaltación de la Santa Cruz que se debe trasladar al sábado más próximo. |
3/2/2019 Montañismo; Via Crucis del Valle de Los Caídos: Reinaldo Vázquez
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario