31/12/2016: Marcha a La Najarra:

Querido Rafa:

            Cuando subía en el coche hacia la Morcuera abrí tu mensaje para comprobar con quien teníamos que encontrarnos en el puerto y leí: “Propongo a Reynaldo para el privilegio de hacer la última crónica del año”. Hace un mes, en una de la marchas, mencioné la inderogabilidad singular de los reglamentos y quedé sorprendido por el interés que causó la expresión, me estuvieron preguntando lo que significaba, su alcance, la generalidad de la norma, la interdicción de su alteración arbitraria, los privilegios... Respecto de estos dije que eran un cáncer y que las discriminaciones positivas no eran otra cosa que encubrirlos, hay que acabar con ellos y ellas. No estuviste, pero me temo, que aunque hubiese estado respaldado por el mejor saber y didáctica de José Eugenio Soriano no habría sido capaz de explicártelo, porque en este país no sabemos para que sirve el estado de derecho. Claro que si España que lo ha formulado en la primera línea de su constitución y en el artículo 9.3 no lo sabe ¿cómo vamos a saberlo en un pequeño club de montaña del suburbio norte de Madrid?

            Aceptado el privilegio por venir de la autoridad de la que viene, tengo que reconocer que no me gustó la encomienda. Hay actores a los que contratan para hacer siempre el mismo papel, por ejemplo el de vampiro, el de rubia tonta y explosiva, el de malo malísimo... Vemos como procuran desencasillarse y hacer otra cosa, porque si se pasan de moda los vampiros o las rubias tontas se quedan sin trabajo. Los malos malísimos siempre tendrán una oportunidad, aunque sea poco edificante. Lo mismo pasa con los escritores, Arthur Conan Doyle era tenido en consideración por ser el autor de Sherlock Holmes y llegó a matarlo porque se ignoraban sus otras obras de las que se sentía tan orgulloso como la novela fantástica, ciencia ficción, novela histórica, teatro y poesía. Me temo que se me va a conocer como el cronista de la Najarra, máxime cuando nunca la coronamos.

            La Najarra es un monte sin especial dificultad que domina Miraflores, pero este año 2016, con ésta, lo he intentado subir cuatro veces, he hecho cuatro crónicas y no he llegado a su cima ninguna por diversas razones. El Domingo de Ramos partimos del embalse y fue la nieve acumulada que superaba el metro que hizo volverse al grupo de montañeros que lo intentó, ese día hice tres crónicas distintas; la segunda empezamos en la Fuente del Cura un día que diluviaba, no nos importó, pero al llegar a la Morcuera y perder la protección del monte y del pinar el viento se hizo insoportable, llevaba en suspensión arena que nos golpeaba y decidimos darnos la vuelta; la tercera estaba destinada a no alcanzar ni siquiera el puerto, la organizó un amigo que estrenaba rodilla y se creía robocop, pero descubrió que todavía no estaba en plena forma. La cuarta ha sido la de hoy 31 de diciembre de dos mil dieciséis.

            A las ocho, se impone el horario senderista, estaba con Chelo de Dios, Nieves Gárate, Katinka Oskarsson, Irena Jaroszynska y José Vicente Almela en Costa Brava. Salió Katinka en su coche con las dos primeras, luego lo hicimos los demás en el de Irena y tuvimos que parar a echar gasolina. Sin embargo llegamos antes al aparcamiento. Nuestras compañeras habían decidido visitar San Agustín de Guadalix en el camino, gracias al teléfono pudo Juan Carlos orientarlas. No tuvo tanta suerte una  excursionista a la que no pudimos indicar donde estaba la fuente donde había quedado, no era ninguna de las tres que conocíamos de la zona, su enfado y desesperación eran evidentes.

            Con Juan Carlos Aguilón había llegado Jorge Dulesky y por su cuenta Jesús Matamala. Faltaban los hermanos Emilio y Pilar Caridad habían recogido a Lola Rodero y subieron por la otra vertiente.

            Al aproximarnos a Miraflores se veía la vertiente sur sin nieve, pero en cuanto empezamos a ver la norte la cosa cambió, todo estaba blanco. Era una nieve helada y  pensé en el 27 de diciembre de 2014, aquel día subimos con un poco de hielo y bajamos con mucho más. La situación hoy era mucho peor para ir sin crampones. Mientras esperábamos en el aparcamiento un corredor que venía del puerto, atravesó el aparcamiento, salto sobre la nieve y se fue al suelo, estaba helada.

            Subimos andando hasta el puerto y como eramos pocos los que llevábamos crampones nos planteamos una ruta alternativa. Propuse bajar a Rascafría desde el refugio por el Lozoya o el Aguilón, pero elegimos ir hacia la derecha por el cordel del valle de Lozoya. Pasada la fuente de Cossío y el refugio a poca distancia a la derecha, hay una barrera con un pequeño sitio para aparcar, allí dejamos los coches e iniciamos un paseo suave en línea recta hacia el norte. No tiene ninguna dificultad, salvo la que nos encontramos generada por el hielo que provocaría varias caídas a lo largo de la marcha, alguna casi colectiva.

            Cuando llegamos a un cruce de caminos nos volvimos a plantear la ruta. Estaba perfectamente señalizado, aunque alguien había arrancado el cartel del camino hacia el este, precisamente por donde la GR torcía a la derecha, a la izquierda estaba la majada del Cojo (2'6 km) y Alameda del Valle (10'1 km) pueblo entre Lozoya y Rascafría. Como Lola conoce en exceso la zona donde vive, rechazamos el camino de la izquierda y seguimos recto por el cordel hacia los Altos del Hontanar y la Cachiporrilla a 9'1 km.  En ese momento nos encontrábamos a 3'2 del refugio y a 3'8 de la fuente.

            Las cumbres de Guadalajara-Segovia se veían limpias de nieve porque las contemplábamos desde el sur, pero la cuerda larga estaba preciosa. Su perfil, totalmente blanco permitía una visión nítida de todos sus picos. Al oeste Peñalara. El día era soleado y cinco grados más que en Mirasierra, el exceso de abrigo cayó rápidamente 

            El camino torció a la derecha, pero estaba helada la continuación, en el punto de giro había otra verja que atravesamos y campo a través ascendiendo a la derecha hasta una cerca, a la que habían renovado el alambrado espinoso y abandonado el viejo allí mismo, llegamos al cordel-cortafuegos, muy ancho, seguimos hasta un alto, donde disfrutamos del sol, vistas sobre los pueblos y embalses del valle de Lozoya, además de las indicadas, chocolate y bebidas. Teniendo en cuenta que eramos doce y que cayeron seis botellas, tocamos a media por persona, ¡¡cómo beben la mujeres!!

            Celebramos con champán, sidras y zumo de manzana espumoso con frambuesa un año cumplido satisfactoriamente, no sólo por los logros de nuestras marchas, sino por la buena compañía que disfrutábamos. Este año lo habíamos concluido con una nota extradeportiva el libro de José Vicente Almela que nos enorgullece a todos y que comentamos, mientras comíamos y nos hacíamos fotos.

            La vuelta fue por el mismo camino, en total hicimos nueve kilómetros con un desnivel de 350 metros. No era la excursión ni el esfuerzo previstos, pero lo pasamos muy bien y teniendo en cuenta los resbalones sufridos en un terreno tan llano sobre un camino muy bueno, hicimos fenomenal en no subir y bajar la Najarra. Emilio Rodríguez me ha corregido cuando he dicho que era un fracaso, me refería a hacer cumbre, tiene razón porque por lo demás ha sido un éxito lo hemos pasado muy bien y se dijo que en todas las excursiones debía haber un aperitivo de esa categoría, además de comer permite hablar y confraternizar.

            Como dicen Juan Carlos Aguilón y José Antonio Rodríguez habrá que intentarlo de nuevo, nos hemos propuesto volver en el 2017 que deseo muy feliz a todos los montañeros y senderistas y que tengamos imaginación para seguir disfrutando de lo que tenemos.

Un abrazo 

Reynaldo Vazquez


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