4/11/2018 Senderismo: Crónica de la marcha desde la Dehesa de Cercedilla hasta el Puerto de la Fuenfría; Elena Sandoval




José Vicente Almela
Aida Luque
Conchita Carvajal
María José Cimadevilla
Paz Vizcaino
Mariane
Enrique Díez
Alejandro Gutiérrez (Guía)
Isabel Fernández
Gonzalo Fernández Lamana
Alfonso Simón
Mari Carmen Vázquez 
Kaos (perro de Paz)
Elena Sandoval (servidora)
Datos de la marcha:
Distancia recorrida: 14 Km
Distancia recorrida por Kaos: 28 Km, como poco. Según su dueña es metrosexual (así cualquiera😊)
Tiempo (sin paradas): 4 horas

Con nuestro horario recién cambiado y la luz del día ya saludándonos, daba gusto acudir a nuestra cita con la montaña y con nuestros amigos los senderistas.
Por un lado, los que salimos desde Mirasierra, y por otro, los que iban directamente al punto de encuentro, todos nos reunimos en el parking de Majavilán en las Dehesas de Cercedilla.
Sólo mencionar de pasada que hubo un pequeño retrasillo de media hora por parte de los que veníamos de Mirasierra debido, claramente, a que los GPSs aún no están perfeccionados, jeje.
Por supuesto, ni un reproche, ni un mal gesto, por parte de los que esperaban. Ya desde este momento, y como se pudo apreciar en otros tantos detalles de la excursión, se palpó la paciencia, la generosidad y el compañerismo, tónica característica que prevalece ante todo en este maravilloso grupo.
Pues bien, el otoño nos regalaba una espléndida mañana soleada, clara y limpia.
Alejandro, nuestro guía, siempre pensando en lo mejor para todos, decidió cambiar un poco el itinerario previsto y subir por la carretera de la República, en vez de por la calzada romana, para que se hiciera más suave la subida.
Y así lo hicimos; comenzamos a subir. Primero a buen ritmo, y luego ya con paradas breves, pues algunos no podíamos evitar detenernos a fotografiar tan hermosos paisajes que nos iban llamando la atención.
El sendero era precioso y discurría entre bosques de grandiosos pinos silvestres (“Pinus sylvestris”). De vez en cuando, asomaba algún que otro acebo (“Ilex aquifolium”), algunos de ellos exhibiendo sus descarados frutos rojos, y otros mostrando simplemente su porte coqueto y sus características hojas, duras, espinosas y brillantes.
Como no debería ser de otra manera, de cada excursión uno se lleva nuevos conocimientos, y en este caso, y gracias a Alejandro, aprendí que el acebo es un árbol normalmente dioico, a diferencia de la mayoría. Es decir, que existen árboles femeninos que son los que dan frutos, y árboles (pies) masculinos sin capacidad de generar frutos.
Desde aquí agradezco a Alejandro su lección de botánica, que, si me la impartieron en la carrera de Biología, no debí estar muy atenta, pues sólo conocía esta peculiaridad del árbol “Ginkgo biloba”.
Tras atravesar algún arroyo y disfrutar del sonido del discurrir del agua, entre charleta y charleta, llegamos a la zona de los miradores de los Poetas, con preciosas vistas de toda la Sierra, incluyendo los Siete Picos, la Maliciosa y la Cuenca del Guadarrama. Por supuesto, inmortalizamos nuestro paso por allí con un “selfie” en toda regla. Concretamente, la foto de grupo es desde el Mirador de Vicente Aleixandre donde, en una de sus enormes rocas de granito, se puede leer su poema: 
-“Sobre está cima solitaria os miro, campos que nunca volveréis por mis ojos. Piedra de sol inmensa, eterno mundo y el ruiseñor tan débil que en su borde lo hechiza.”
Si no todos, creo que la mayoría, hicimos foto del poema en la roca.
Muy cerquita de los miradores, nos encontramos con el Reloj de Cela, un llamativo reloj solar dibujado en las piedras, y en el que pudimos comprobar que, efectivamente, se marca la hora con tu sombra, si te colocas en la fecha del año más próxima a la actual, y también, marcada en las piedras.
Tras otras tantas fotografías, retomamos el sendero y por fin llegamos al Puerto de la Fuenfría, situado a 1796 m, donde descansamos 15 min y repusimos fuerzas con un merecido tentempié (incluso se repartió jamón ibérico) que nos supo a gloria.
Desde el Puerto, emprendimos el camino de bajada continuando por la carretera de la República hasta el Collado de Marichiva. 
Desde el Collado, nos deleitamos de nuevo con vistas espectaculares del Valle y pudimos distinguir desde ese punto, nuestras famosas cuatro torres de Madrid. 
La bajada requería algo más de concentración en cuanto a la pisada, pues había piedras sueltas; y fue ese, el único factor que nos hizo callar un ratito (especialmente a las mujeres), y durante unos minutos, escuchamos el silencio y disfrutamos de los preciosos sonidos de la Naturaleza.
Ya habían pasado las 4 horas largas desde el comienzo de la marcha; intuíamos el final, y aunque los piececillos comenzaban a resentirse, nos fuimos reuniendo en grupos más grandes y hablamos y opinamos alegres de todo un poco, hasta de política, y entre risas, una de las malévolas mujeres concluyó que Pedro Sánchez tenía “tetas”, a lo cual uno de los senderistas (varón) respondió: bueno… pues entonces ya me gusta un poco más…
Y de repente, ya estábamos en los coches. No pudimos profundizar más en el tema, por lo que … ahí lo dejo.
Y así es como finalizó esta marcha tan preciosa al Puerto de la Fuenfría.
Elena Sandoval

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