Hoy
hemos sido 22 los senderistas que nos hemos animado a disfrutar de una
excursión preparada y guiada con mucho cariño por Silvia Caridad.
A
las 8 h de la mañana nos juntamos una buena parte de los senderistas
participantes en la puerta del Club Mirasierra. Desde allí hemos ido en
los coches hasta el polideportivo municipal de Torrelaguna, dónde nos
hemos juntado con el resto de senderistas, entre ellos Pilar Caridad
Una
vez reunidos todos, nos hemos desplazado desde Torrelaguna hasta el
parking cercano a la presa del Pontón de la Oliva, donde dejamos los
coches e iniciamos la marcha, pasadas las 9 h de la mañana.
Tras
un breve paseo por una pista llegamos a la presa, que nos sorprende a
los que no la conocíamos por su solemne presencia y por su historia,
relatada In situ y de forma muy amena por Silvia Caridad y por José
Vicente Almela.
La presa comenzó a construirse en 1851, bajo el reinado de Isabel II, y terminó de construirse en 1856.
En
la obra trabajaron un gran número de presos de las guerras carlistas, y
las anillas de metal dónde se ataban a los presos siguen dejando un
testimonio histórico en el pasillo que se encuentra en un lateral de la
gran obra, desde el que se puede observar unas paredes naturales de roca
al otro lado del río, utilizadas por un gran número de escaladores para
practicar su deporte.
Desgraciadamente,
la vida de la presa fue corta. Los ingenieros habían elegido mal el
lugar donde erigieron la presa y pronto aparecieron filtraciones que
arruinaron su capacidad de embalse. En 1860 se construyó urgentemente la
pequeña presa de Navarejos para poder tomar el agua del río. Pocos años
después la presa del Pontón de la Oliva cayó en desuso y fue sustituida
por la del embalse de El Villar, situada 22 km aguas arriba e
inaugurada en 1882.
Partimos desde la presa por un sendero, ascendiendo el curso del rio Lozoya, siempre con el rio a la vista a nuestra derecha.
El
sendero es fácil y está rodeado de vegetación, ofreciendo unas vistas
magnificas del rio y de las paredes que se encuentran al otro lado del
mismo.
El
día ha sido muy soleado y el valle por el que discurre el río está
lleno de matices verdes, lo que hace que el paseo sea una auténtica
delicia.
Tras
recorrer el sendero durante un rato, llegamos a una explanada verde,
con un árbol de gruesas ramas que se desprenden del mismo hasta casi
llegar al suelo. La imagen es de lo más bucólica y el lugar es mágico.
Continuamos por el sendero hasta salir a una pista forestal, siempre con el rio a nuestra derecha.
Seguimos
por la pista forestal y nos encontramos en el camino un buen número de
vacas que nos observan con parsimonia mientras comen la hierba que crece
en los laterales de la pista.
La
idea era cruzar el rio para proseguir por el otro lado, pero debido al
cauce del mismo tras las lluvias que han tenido lugar durante la semana
santa, la misión se antoja demasiado complicada, por no decir imposible.
Así
que decidimos dar la vuelta y volver por donde habíamos venido durante
un rato, para desviarnos y tomar un sendero que baja más cercano al rio.
La vuelta es un lujo, con las vistas al rio y al valle, iluminado por un sol radiante y con una temperatura perfecta.
Seguimos
hasta llegar a la pradera verde que habíamos cruzado a la ida, y allí
nos tumbamos en la hierba para disfrutar de algo de comer, de las
vistas, del día y de la compañía.
Tras
un rato disfrutando del lugar decidimos levantarnos no sin cierto
esfuerzo, ya que allí se estaba en la gloria, para reemprender el
camino, animados por la visión sugerida de nuestra merecida cerveza en
la plaza de Torrelaguna.
Volvemos
a retomar el sendero y las vistas de ese tramo nos vuelven a regalar
grandes momentos, hasta llegar de nuevo a la presa, desde donde
observamos los progresos de un buen número de escaladores que ascienden
con esfuerzo las paredes que se sitúan al otro lado del río.
Pasada la presa llegamos de nuevo al parking y desde allí nos desplazamos en los coches hasta Torrelaguna.
En
Torrelaguna paseamos por el pueblo hasta llegar a la plaza, en la cual
disfrutamos de cervezas y refrescos, sentados en una terraza junto a la
cruz que indica el lugar en el que se encontraba la casa del Cardenal
Cisneros.
Allí
nos encontramos con Alicia y con Emilio Caridad, que se han acercado
para compartir con nosotros las cervezas y la comida posterior.
Nosotros
nos fuimos tras las cervezas, no sin pasar antes por una pastelería
para comprar unas magdalenas caseras que nos había recomendado Silvia y
que por cierto están buenísimas ;-)
El
resto de participantes en la marcha se quedaron a comer y a disfrutar
de una visita guiada por el patrimonio histórico de Torrelaguna, pueblo
que nos ha gustado mucho y al que sin duda volveremos.
Muchas
gracias a Silvia, a Pilar y al resto de los hermanos Caridad, por
preparar esta magnífica excursión y por ser nuestros anfitriones en
Torrelaguna. Nos habéis hecho sentir como en casa.
No se puede pedir más a la jornada, buen día, buena ruta, descubrimiento de Torrelaguna…
Un sábado excelente.
Un abrazo a todos,
Alberto Extramiana
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