Domingo 23/4/2017





Crónica de montañismo: La Pedriza: El Laberinto

Algo que quiere parecerse a una crónica al uso.

Ante todo, perdón por el retraso, pero otras obligaciones ineludibles lo han impedido. Me gustaría empezar como siempre, pero creo que simplemente voy a exponer mis sensaciones sobre este día tan maravilloso.
Los días previos he estado dudando si acudir al “Cruzapedriza” o no. Desistí al comprobar que también los compañeros lo habían abandonado y además coincidía con la ruta esperada del “Laberinto”. 
Allí que nos encontramos los 13 montañeros incluso antes de la hora prevista con ganas que ya se palpaban en los primeros saludos. Estos son los que participamos: 
Antonio De la Fuente, Chelo De Dios, Toño Gutiérrez, Reinaldo Vázquez, María Moriana, Mar Barrionuevo, Sandra Tojeiro, Emilio Rodríguez, Francisco Albasanz, Javier Hortelano, José Ignacio Olleros, Iñigo Madurga y el que os escribe hoy. Nos faltó Gracia Gascón que no pudo acudir.
Comenzamos la marcha desde Canto Cochino cruzando el puente y cogiendo la autopista en dirección al refugio Giner de los Ríos. Con tan buen día y los maravillosos rayos de sol que ya calentaban a tan temprana hora, enseguida vino la primera parada para enseñar brazos y músculos. Una vez cruzado el arroyo de la Majadilla y dejando el refugio arriba a nuestra derecha llegamos al Tolmo en una hora aproximadamente.
Desde aquí enfilando a nuestra izquierda comenzamos una ligera subida que pronto se convirtió en fuertes pendientes, pero parecía que las piernas respondían bien y el cuerpo se iba acostumbrando al esfuerzo. A todos nos servía de satisfacción de alguna manera y todos supimos sobreponernos a las pequeñas o grandes molestias que se podían presentar. Sea la espalda, las rodillas, el calor, parecía que todo iba superándose o al menos eso disimulábamos.
Tras otra larga hora llegamos a las Buitreras donde nos esperaban algunos ejemplares para indicarnos que efectivamente ese era el camino. Impertérritos en su pedestal parecían contemplarnos y a la vez animarnos. A su lado el Cancho Amarillo y el Centinela con su pradera (Era el jardín del centinela ¿verdad?). Aquí comenzó la verdadera aventura para la que habíamos acudido aquella mañana. 
Cruzamos con gran facilidad la entrada del Laberinto, un gran pasadizo. A partir de aquí se pierden todas las referencias, solo nos queda nuestro gran guía, Antonio. Él nos conduce por todos los pasadizos inimaginables, los escruta antes, los investiga, mira cómo está la roca para pasar, en fin, se desvive con tal de que aquello pueda ser hechos de la mejor manera. Incluso saca la cuerda que llevaba preparada con sus nudos para ayudarnos en alguna trepadita. Todo lo que pueda decir es poco. ¡Gracias Antonio! Después de cruzar pasadizos, agujeros y demás con un entusiasmo y las fotos correspondientes llegamos al final del Laberinto donde hicimos un merecido descanso con nuestro tentempié.
Llegó la hora del retorno. Si habíamos cogido el laberinto por la izquierda, ahora nos tocaba por la derecha. Al bajar tuvimos un pequeño incidente. Nuestra querida Chelo se torció el tobillo en un encontronazo con una rama. Ahí estaba Sandra, nuestra doctora, que en un santiamén le vendó el tobillo (¡solo con esparadrapo!), cosa que nos dejó boquiabiertos. Tengo que aludir al ánimo y solidaridad de todos los participantes para que aquello lo pasase de la mejor forma posible. (Por cierto, Rafa, también se comentó que sería conveniente que Sandra, que se brindó como voluntaria, nos recordase y enseñase estas técnicas que parecen tan sencillas. En tus manos lo dejamos) 
Una vez recuperada Chelo (¡cómo aguantó!) seguimos nuestro descenso. Nos quedaba el último pasadizo, que solo lo vimos porque nos lo enseñó Antonio. Nuevamente la cuerda y allí fuimos pasando todos esta vez con la ayuda de Paco que amablemente se prestó para ir colocándonos los pies en los salientes de las rocas.

Llegamos de nuevo al Tolmo y un poco más tarde a Canto Cochino, pero el retraso que llevamos era tan grande que las cañas tendrán que aguardar para mejor ocasión. Casi las tres de la tarde, muy tarde pero maravilloso día y mejor compañía.
Los datos os los dejo para la próxima ocasión, ¡que la habrá!

Un saludo a todos. 

Alfredo



Crónica de senderismo: Cabeza Lijar

Llegamos puntuales como siempre, a las 8 de la mañana, al Club Mirasierra: nuestra guía Rocío Eguiraun, Gloria Fernandez, Mariane Delgado, Magdalena Guio, Irena Jaroszynska, Begoña Mata, Coro La Tasa, Marisa Ruiz, Sofia Vazquez, Jose Vicente Almela, su hija Marta Almela y su nieto Alvaro Romero, Luis Egido, que se apuntó a ultimísima hora, y yo Melanie Natanio.
Salimos hacia el parking en el Puerto de los Leones donde nos encontramos con Alfonso Simon y Mari Carmen Vazquez.
Esta es una marcha que ya hicimos en Noviembre pero que desafortunadamente no pudimos disfrutar de sus maravillosas vistas por la niebla tan espesa que había, así es que en esta ocasión los repetidores íbamos muy ilusionados de poder disfrutar de lo que entonces no pudimos, pues hoy se presentaba un día muy despejado y con un buen sol, por lo tanto teníamos aseguradas las vistas.
La ruta comienza por una pista que bordea el restaurante y pasa por una zona militar que tiene unas enormes antenas. 
Siguiendo este camino entramos en la pista forestal de la izquierda que se conoce en esta primera parte como el Vía Crucis, llamado así por las cruces que hay en el camino, que ahora están tiradas en el suelo y también nos encontramos por el camino algún que otro bunker destrozado. 
Esta pista que es de una ligera subida va entre un bosque de pinos de Valsain, que según nuestro compañero Jose Vicente se sabe que son de Valsain porque tienen la corteza rosada. Afortunadamente a nuestra izquierda ya comenzábamos a ver las primeras vistas del pantano de la Jarosa, El valle de los Caídos y las 4 torres de Plaza Castilla a la distancia.
Después de algún kilometro llegamos a un muro a la derecha con una cancela que cruzamos y que por lo visto es el punto donde se une la comunidad de Madrid y la de Castilla León.
Aquí fue donde nuestras compañeras Gloria y Marisa se separaron de nosotros para seguir por la pista por donde veníamos ya que desde aquí nuestra subida iba a ser más pronunciada y ellas por sus diversas lesiones prefirieron no hacer esfuerzos innecesarios.
En este punto comenzamos la subida ya más empinada entre rocas, enebros y pinos que se hizo sin dificultad y sin quejas y muy distraídos con la charla de turno y sobre todo con las paradas a cada rato para ver las vistas panorámicas tan espectaculares. 
Nuestra guía Rocío, nos aconsejó que siguiéramos siempre junto al muro para no desviarnos del camino ni perdernos. A mitad de camino volvimos a pasar otra pequeña cancela, entrando otra vez en la Comunidad de Madrid, para llegar ya y sin gran esfuerzo a nuestro destino, el Bunker y Mirador de Cabeza Lijar. Como nos había previsto Rafa, el cielo estaba muy despejado, aunque hacia algo de viento, que aquí es inevitable!!!
Desde aquí se podían ver de nuevo las Torres de Madrid,  el Pantano de la Jarosa y el Embalse de Navalmedio enfrente de nosotros, el pueblo de San Rafael detrás, los 7 picos, el Yelmo y la Bola del Mundo a nuestra izquierda y la Sierra de Gredos a nuestra derecha..
Es este punto, nos cruzamos con unos montañeros que nos comentaron que habían acampado esa noche 22 personas dentro del Bunker. Todo una experiencia!!!!
Nuestra fotógrafa, Sofía nos hizo la foto de grupo para que quedara constancia y ya con la tarea hecha, encontramos un lugar apropiado junto al Mirador donde nos sentamos a tomar el tentempié de rigor, que ya apetecía!!!.
La bajada hasta el parking de Collado de la Mina la hicimos por la ladera sur, por un sendero “sorpresa” según Rocío, entre enebros y pinares. 
En este parking nos reunimos con Gloria y Marisa que habían llegado hasta allí siguiendo por la pista forestal y que según nos dijeron la distancia era probablemente la misma que habíamos hecho los demás pero sin ninguna dificultad para las lesionadas y que con toda seguridad, hasta Rafa podría hacerlo!!!
Comenzamos la bajada hacia el Asador del Alto del León por la pista forestal sin desviarnos, rodeados del bosque de pinos y acompañados del canto de los pájaros Carboneros Garrapinos, según Mariane, y otra vez con las vistas de los pantanos, Valle de los Caídos y  torres de Madrid y un impresiónate pinar que ahora quedaban a nuestra derecha.
Una vez en el Asador, tomamos la consabida cervecita con unas tapitas muy ricas que nos pusieron, para luego ir cada uno a sus coches y regresar a Madrid.
Especial mención a Alvaro el nieto de 9 años de Jose Vicente, nuestro pequeño fotógrafo, que aguanto todo el camino y disfruto muchísimo, sobre todo con unos potros y terneros recién nacidos que nos encontramos a la subida.
Habiendo cumplido el objetivo de repetir esta ruta en un día de sol, para poder ver las preciosas vistas, volvimos todos a casa muy satisfechos!!!
Muchas gracias a nuestra guía Rocio que por segunda vez, pero con mejores condiciones meteorológicas, nos ha guiado por esta bonita ruta.
He disfrutado mucho de su compañía y de la de todos los senderistas de hoy. Hasta la próxima amigos, que espero sea muy pronto!!!!

Un abrazo,

Melanie

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