“Llegué
pronto al Mojón. Extrañamente, a pesar de lo temprano, un grupo de
buitres se estaban pegando un banquete en las proximidades, un ternero
recién nacido desayunaba de su madre, el sol, de buen humor, despuntaba
por el horizonte, la lujuriosa Venus no se veía por la simple razón que
está en estas fechas tomando el Sol en preparación de la primavera, y la
Sierra del Guadarrama se iluminaba con su nieve y todo su esplendor. El
cielo entero era azul, y el mundo era una maravilla.
Por
la lontananza, en la carretera apareció una caravana de coches y mi
consustancial soledad paso a recibir una muy amable compañía.
Después
de los saludos de rigor iniciamos el ascenso. Este discurre por un
cómodo sendero, con el atractivo de tener que saltar dos cercas, con el
morbo que tiene lo prohibido, y un mínimo charco de hielo fácilmente
evitable que le añade un cierto tono épico al ascenso.
Hay
dos rampas, una al principio y otra al final, y en esta última nos
adelantó corriendo una joven que venía de Colmenar y que nos hizo darnos
cuenta que el tiempo no pasa en balde. La pendiente media es del
20%, la altitud de la cumbre es de 1.417 metros y la ascensión es de 427
metros. Iniciamos el ascenso a las 9.16 y estábamos abajo a las 12.03.
La
vista desde la cumbre del cerro es magnífica. Como todas las cumbres
cubre los 360º y se observa desde ella la Sierra de Ayllón, la de
Guadarrama, las estribaciones de la de Gredos, y todo el llano manchego
del que Madrid es parte. Hubo inclusive quien decía que se veía a un
tipo que estaba fumando en pipa con calcetines amarillos en un
acantilado en Ibiza, aunque no fue contrastado.
Firmamos
en el cuaderno que hay en la cumbre, y así cuando los alienígenas
decidan aterrizar en la tierra tendrán testimonio de que el Club
Mirasierra estuvo allí presente. Como siempre se hicieron las fotos de
rigor correspondientes.
Una
vez abajo nos trasladamos a la ermita de los Remedios que es muy
acogedora, y que tiene también unos enterramientos visigóticos – por su
tamaño parece ser que los visigodos o eran muy pequeños o los metían
doblados- y un bar con buena cerveza y buena charla.
Tuve
el privilegio de estar acompañado por Rafa, Marta, Irena, Maria, Elena,
Jose Vicente, Begoña, Elias, Marianne, Gonzalo, Marta, Alfonso, Mari
Carmen, Alejandro, Isabel y Francisco, y posiblemente me haya dejado a
alguien en el tintero -bueno, en las teclas- y a quien le pido mis más
humildes disculpas.
Total, una magnifica mañana primaveral. Creo que pasamos todos un gran rato.
Feliz semana para todos
José
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