“Hasta el cuarenta de mayo no te quites el sayo” y a juzgar por el frío que hace en el puerto de Cotos, -3ºC, está claro que todavía queda lejos esa mítica fecha.
A
primera hora de la mañana, van llegando al aparcamiento de Cotos los
excursionistas y una vez fuera de sus vehículos, dan saltitos nerviosos
para ahuyentar el frío que les atenaza. Yo hago lo mismo, en compañía
de Gonzalo Lamana mientras esperamos la llegada del resto de senderistas
del club Mirasierra para afrontar una de las excursiones más bonitas
del Guadarrama: la laguna de Los Pájaros (y tal vez, por mi afición a
las aves, hoy me ha tocado ser el cronista)
Puntuales,
a las nueve de la mañana, doce senderistas emprendemos la marcha
capitaneados por Antonio de la Fuente, experto montañero que hoy, con
buen criterio, ha decidido venir con nosotros al corazón del Guadarrama.
Y sin quitarnos el “sayo”, dejamos atrás la Venta Marcelino para
adentrarnos en la agradable espesura del pinar. El canto del carbonero y
el pinzón guían nuestros primeros pasos. En pocos minutos llegamos al
mirador de la Gitana donde se divisan, envueltas entre las nubes, Cabeza
de Hierro, la Bola del Mundo y el cerro de Valdemartín y cuyo perfil
sinuoso nos acompañará en la ascensión hacía la laguna.
Pronto
dejamos el bosque protector y los pinos silvestres son sustituidos por
piornos y enebros de porte arbustivo. Y pronto el amable camino se torna
en ingrata y dura senda que trepa por la ladera del Peñalara hasta
alcanzar el circo de las cinco lagunas. Pero el esfuerzo ha merecido la
pena y ante nosotros se nos presenta un paisaje de origen glaciar donde
la piedra y la nieve crean un escenario fascinante. Transitamos por este
paraje sorteando las charcas y aguazales originados por el deshielo y
que dan lugar a infinidad de arroyos, regatos y torrenteras. El agua lo
es todo y reconforta comprobar como este año, nuestra querida sierra,
está rebosante de ella.
Desde
aquí nos queda el siguiente repecho y ascendemos lentamente sobre la
nieve dura hasta alcanzar la laguna de Los Claveles. Y esta aparece
oculta bajo una fina capa de hielo.
Y tras ella ya tenemos “en la punta de los dedos” nuestra
meta: la laguna de Los Pájaros. Recorremos este último tramo bajo la
escarpada cumbre del Peñalara en medio de un paisaje helado que a mí se
me antoja polar. Y al final surge la laguna de Los Pájaros, envuelta en
las nieblas como si quisiera ocultar su misteriosa belleza para
regalársela a quien ha tenido la osadía de llegar hasta ella.
Cobijados tras las peñas, y sin desprendernos de nuestros “sayos”, reponemos fuerzas mientras un cauteloso acentor alpino trata de arrebatarnos algún pedacito de nuestra comida; tal vez sabedor que la laguna le pertenece.
Sin
demorarnos mucho (el frío aprieta), iniciamos el descenso. Lo hacemos
por el mismo itinerario de subida, transitando de nuevo por la nieve
heladora, por Los Claveles, por el terreno empantanado de las cinco
lagunas. Descendemos la tortuosa senda de amenazadores pedruscos
poniendo nuestras huellas con escrupuloso cuidado para no dar un
traspiés. Y por el camino vamos charlando, arreglando el mundo,
solucionando las pensiones y la igualdad de derechos entre todos
(lástima que no haya ningún político que nos escuche). Y en uno de los
descansos, admirando los bosques del alto Lozoya y la silueta nevada de
las Cabezas de Hierro, reflexionamos sobre nuestra España: un país que, a
pesar de no tener grandes recursos naturales (salvo el sol), ni
petróleos, ocupa un buen lugar en este mundo y eso es debido a tantas
personas que han dado todo su talento, lo mejor de ellas. Gente que han
hecho que nos sintamos orgullosos de lo que somos, y de donde venimos.
Y
tras recorrer doce kilómetros con sus trescientos metros de desnivel,
la ruta llega a su fin, al puerto de Cotos, y el que más y el que
menos, sigue con su sayo puesto…
Ya solo me queda despedirme, desearos una buena semana y que nos veamos pronto (a ser posible, antes del cuarenta de mayo).
Hemos
participado en esta excursión: Rafael García Puig, Antonio de la Fuente
(guía), Rocio Eguiraun, Sonsoles Herrero, María Lamo, Begoña Mata,
Marisa Ruiz, Gonzalo Fernández Lamana, Alfonso Simón, Mari Carmen
Vázquez, Enrique Diez Coelho y este cronista, Pablo Olavide.
Pablo
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