6/5/2018 Crónica de montañismo: Los baños de Venus: Jorge Dukelsky


6/5/2018 Crónica de montañismo: Los baños de Venus: Jorge Dukelsky
Siendo las 8:30 del domingo 6 de mayo, 4 entusiastas montañeros nos encontramos en Canto Cochino  con el deseo de conocer los baños de Venus aunque algunos ya los habían visitado.  El tiempo nos acompañaba a pesar de algunas nubes oscuras que auguraban los dichosos chubascos del pronóstico. Emprendimos la marcha sin guía pero con el recuerdo nebuloso de anteriores visitas y ayudados por un mapa de la Pedriza y por Mapsme que tiene también pistas y senderos, pero en ninguno figuraba la localización de los baños. Sabíamos que estaban en dirección al collado del Miradero y hacia allá emprendimos la marcha. Primero cruzamos el puente del Manzanares y subimos por la margen izquierda del río atravesando bosques hasta el puente anterior a la charca verde. Cruzamos nuevamente el río para encontrarnos con las zetas que subimos atrochando siempre que nos fue posible, llegando a su vértice en el arroyo del Chivato. Acá se acaba la pista forestal y el primer obstáculo fue cruzar el arroyo que venía con suficiente agua como para requerir de un esfuerzo grupal. Lo cruzamos indemnes, y empezamos a subir por una senda rocosa levemente marcada por hitos. 300 metros de desnivel nos pusieron a la vera del arroyo de la Covacha que se merecía ser río. Algunos empezaron a reconocer paisajes familiares entre requeríos de formas muy curiosas. El arroyo bajaba tumultuoso y veíamos una gran  cascada. Luego del bocata bajamos al pie de la cascada para disfrutar de unas hermosas vistas, pero todavía nada que se pareciese a los baños. Subimos nuevamente al sitio del almuerzo y ya dábamos por concluida la excursión cuando vimos un hito encima de una peña. Una última oportunidad para encontrar los baños y hacia allá fuimos. Parafraseando a Jesús, “ la suerte no viene sola, hay que buscarla”, desde lo alto del peñasco vimos la poza de los baños.  Estaba justo por encima de la cascada, y hacia allá nos dirigimos para conseguir nuestro objetivo  y disfrutar de esta magnífica poza. 
Ya de regreso algunos bajamos atrochando  las zetas pero José, que nos es muy amigo de los descensos complicados, nos demostró empíricamente que siguiendo las zetas se puede disfrutar del paisaje y llegar al aparcamiento solo 5 minutos más tarde.  Ya en Canto Cochino compartimos  una cerveza con los senderistas.   
Y así terminó nuestra aventura sin guía con un tiempo espléndido y la agradable compañía de Mar, José, José Ignacio y Jorge. 

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