Siendo
las 8:30 del domingo 6 de mayo, 4 entusiastas montañeros nos
encontramos en Canto Cochino con el deseo de conocer los baños de Venus
aunque algunos ya los habían visitado. El tiempo nos acompañaba a
pesar de algunas nubes oscuras que auguraban los dichosos chubascos del
pronóstico. Emprendimos la marcha sin guía pero con el recuerdo nebuloso
de anteriores visitas y ayudados por un mapa de la Pedriza y por Mapsme
que tiene también pistas y senderos, pero en ninguno figuraba la
localización de los baños. Sabíamos que estaban en dirección al collado
del Miradero y hacia allá emprendimos la marcha. Primero cruzamos el
puente del Manzanares y subimos por la margen izquierda del río
atravesando bosques hasta el puente anterior a la charca verde. Cruzamos
nuevamente el río para encontrarnos con las zetas que subimos
atrochando siempre que nos fue posible, llegando a su vértice en el
arroyo del Chivato. Acá se acaba la pista forestal y el primer obstáculo
fue cruzar el arroyo que venía con suficiente agua como para requerir
de un esfuerzo grupal. Lo cruzamos indemnes, y empezamos a subir por una
senda rocosa levemente marcada por hitos. 300 metros de desnivel nos
pusieron a la vera del arroyo de la Covacha que se merecía ser río.
Algunos empezaron a reconocer paisajes familiares entre requeríos de
formas muy curiosas. El arroyo bajaba tumultuoso y veíamos una
gran cascada. Luego del bocata bajamos al pie de la cascada para
disfrutar de unas hermosas vistas, pero todavía nada que se pareciese a
los baños. Subimos nuevamente al sitio del almuerzo y ya dábamos por
concluida la excursión cuando vimos un hito encima de una peña. Una
última oportunidad para encontrar los baños y hacia allá fuimos.
Parafraseando a Jesús, “ la suerte no viene sola, hay que buscarla”,
desde lo alto del peñasco vimos la poza de los baños. Estaba justo por
encima de la cascada, y hacia allá nos dirigimos para conseguir nuestro
objetivo y disfrutar de esta magnífica poza.
Ya
de regreso algunos bajamos atrochando las zetas pero José, que nos es
muy amigo de los descensos complicados, nos demostró empíricamente que
siguiendo las zetas se puede disfrutar del paisaje y llegar al
aparcamiento solo 5 minutos más tarde. Ya en Canto Cochino
compartimos una cerveza con los senderistas.
Y así terminó nuestra aventura sin guía con un tiempo espléndido y la agradable compañía de Mar, José, José Ignacio y Jorge.
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