10/11/2019 Montañismo: La Maliciosa por la cara sur; Emilio Rodríguez;




Buenos días a todos,
Sé que los montañeros hemos perdido la costumbre de escribir crónicas, pero una aventura como la de ayer, si se silencia, si no se comparte, se queda en nada, por eso nos hemos decidido a escribir estas líneas.
Desoyendo todas las advertencias y consejos sobre el temporal que se iba a cebar con nosotros, Antonio y yo , como representantes de todos los que lo hubieran deseado, pero no pudieron venir, emprendemos la marcha desde el aparcamiento de La Barranca a las 8:25 h, con una temperatura estimulante de +2,5ºC que nos presagia una mañana fresquita, un tiempo ideal para el ascenso a una de las cumbres de la sierra de Madrid, que todo montañero tiene en su lista de deberes por cumplir.
Ascenso rodeados de tonos verdes, por la humedad y un cielo encapotado, pero lleno de luz matinal. 
Una vez pasado el Peñotillo, pisamos las primeras piedras, un poco mas arriba, las primera bolitas de hielo y unos metros más allá, la primera nieve y a pocos metros de la cima las placas de hielo, que se acumulan a las piedras que nos acompañaron todo el camino. 
La Maliciosa nos ofrece su lado duro, no por realizar un ascenso por la cara sur, si no por la temperatura de -3 ªC bajo cero, que nos permite disfrutar del enorme gesto de solidaridad y ayuda montañera, porque cuando los dedos te duelen a pesar de los tres pares de guantes, tu compañero se convierte en tus manos, para subir o bajar la cremallera o ajustarte los correajes de la mochila. Muchas gracias Antonio.
La Maliciosa nos recibe con un fuerte viento que nos estrella agujas de hielo contra la cara y los ojos, visibilidad nula y una temperatura de -11ºC bajo cero según el termómetro de Antonio, que tiene que rascar la pantalla para ver los números.
Cantamos el Berg Hail a las 11:15, dos horas y 40 minutos después de iniciar el ascenso, en una subida vertiginosa, ya que las inclemencias no aconsejaban detenerse mucho. Y un abrazo montañero, porque la ocasión lo merece.
Os preguntaréis ¿y con este tiempo encontrasteis a otras personas? En esto de vivir aventuras, nunca te encuentras solo. Dos corredores, sin mucho equipamiento ni protección en la subida y en el descenso por la cara norte alguna pareja y algún alma solitaria que trata de desafiarse a sí mismo, ya que el desafío a la montaña, siempre lo tenemos perdido.
El descenso, con visibilidad cero, se vuelve intuitivo, porque en eso Antonio también es una caja de sorpresas, tiene todas las montañas dentro de la cabeza.
Llegamos al primer bosquecillo y éste nos anuncia, el final de la aventura, entramos en la zona controlada, en nuestros pensamientos en las pequeñas preocupaciones del día a día, en la rutina, lejos de las preocupaciones por calentar los dedos, por buscar el camino entre la niebla espesa, lejos de la montaña, que en el día de hoy nos ha permitido experimentar la sed, porque cuando vuelcas la botella para ablandar la garganta reseca, no te vuelve ni una gota, porque el agua se ha congelado.
Agujas de hielo golpeando en nuestra cara, más abajo nieve y un cambio maravilloso en el bosque que nos permitió ascenderlo en verde y que se ha transformado en blanco, para que disfrutemos de todos los matices posibles del bosque de invierno. Intentamos hacer una foto al espectacular embalse, que siempre me ha inspirado la serenidad de las cosas inmóviles, pero el objetivo está congelado, no sale ninguna foto.
Llegada al aparcamiento a las 13:50, cambio de botas y rascado del hielo de los cristales del coche para ver donde está la carretera de vuelta. Ha sido una experiencia maravillosa, una aventura que solo puedes vivir si te decides a subir una montaña en invierno.
Mucha gracias Rafa por preocuparte por nosotros, por llamarnos para ver si estábamos enteros, pero como ves, nunca tuvimos una sensación de peligro, no pasamos realmente frío, tan solo disfrutamos de una aventura maravillosa.
Esta crónica se la queremos dedicar a todos los que no nos pudieron acompañar, porque las obligaciones siempre atan con lazos cortos, a los que vais a dedicar unos minutos en leer esta crónica, y yo quiero dedicársela especialmente a mi fiel y leal compañero Antonio, ya qué sin sus consejos, ayuda, intuición en la montaña, y sus enormes dosis de solidaridad, yo no hubiera podido escribir esta crónica. Esta experiencia Antonio, te la debo a ti. Muchas gracias.
Para despedirme, quisiera contestar a la pregunta que algunos me habéis formulado y no quiero pasar por alto.  ¿qué se dicen dos montañeros solos en la montaña, rodeados de placas de hielo y a -11ºC bajo cero? ¿de que se habla cuando estás rodeado de inclemencias invernales que te hace dudar si será capaz de seguir? Para conocer la respuesta a esta pregunta, tan solo hay que subir con nosotros.
Os esperamos en la siguiente aventura, un fuerte abrazo de Antonio y de Emilio y feliz semana para todos. Hasta pronto.
Emilio

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