23/6/2019 Montañismo: Los Chorros del Manzanares: Mª Eugenia Glez-Outón Velázquez





Comenzamos la jornada en el Club Mirasierra Emilio, Carmen Izquierdo, Marian y esta cronista. De aquí al aparcamiento de Cantocochino donde nos esperan Juan Carlos y Emilio. Antes de empezar la marcha acordamos modificar el recorrido previsto eligiendo otro más sombrío y agradecido en esta época del año. 
Salimos en subida camino del Collado Cabrón. En algún punto del recorrido comenzamos a descender adentrándonos en una zona más umbría y fresca que nos lleva de nuevo ascendiendo hasta la Charca verde y de aquí, con el Manzanares a la izquierda, a los Chorros del Manzanares. Y aquí estamos, en la Cuenca Alta del Manzanares. A la vista los saltos de agua y sus pozas. Si cierras los ojos la sensación no es menos grata, te sientes envuelto por una brisa refrescante y un sonido relajante. Tras las fotos oficiales, descendemos rehaciendo parte del camino. Carmen tropieza y cae sobre la rodilla izquierda haciéndose una ligera abrasión. Pero nuestro guía saca una lata-botiquín –olé la reutilización- y hace de enfermero eficaz. Y como la montaña es solidaria nos pasan unas tiritas y “Sana, sana…”.  Seguimos hasta el puente del Retén que hemos cruzado tanto en la subida como en la bajada. Completamos la vuelta en una ruta cuasicircular. 
Más o menos ese ha sido el recorrido. Sé, porque así me lo cuenta Juan Carlos, que hemos dejado a un lado el Puente del Francés, tanto a la ida como a la vuelta. Pero la verdad es que cómo no sé dónde queda, que cada uno ponga el dato donde sea en el relato. 
Al final nos ha quedado una marcha muy completa, con partes más exigentes y otras más llevaderas, de 13,5 km y un desnivel acumulado de 944 m que nos ha llevado 5,30 horas.
Por mi parte me dejé llevar, como siempre que os acompaño, disfrutando del paseo, la caminata, las subidas y las bajadas. Sin otra cosa en que pensar que disfrutar del entorno, la compañía y la charla.
Como decís los montañeros la montaña es una lección de vida y este domingo aprendo:
de Alfredo que “no hay atajo sin trabajo”,
de Mariam que las paradas para desalojos de líquidos se denominan “paradas hidraúlicas”, 
de Juan Carlos a distinguir la Mejorana y otro montón de cosas sobre viviendas de econergéticas,
de Emilio que se puede contar con su atención desinteresada 
y de Carmen que se la puede llevar a cualquier parte, que es como La Pedriza, que nunca defrauda.
Y del grupo de montañeros, en general, que sois acogedores, competentes, emprendedores, divertidos y un sinfín más de calificativos que podéis adjudicaros.
Que sirva esta crónica como despedida. Me voy pa Cai.
Hasta que nuestros caminos se crucen.
Mª Eugenia

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