Participan: Elías, Reinaldo, y Chelo
El
último domingo de junio, en pleno embate de calor sahariano, los tres
susodichos emprenden una de las rutas más duras de Guadarrama. A mi
entender la Cuerda Larga tiene más de lo segundo (20,6 Km, 1.000 m de
subida y 1.100 de bajada) que de lo primero. Porque, ¿dónde está la
cordura en tres adultos, en aparente posesión de sus facultades y con
medios suficientes para estar tomando daiquiris al borde de una piscina,
que se meten, en contra de todas las advertencias de rehuir el sol y
beber mucho líquido, en semejante berenjenal?
El
único destello de lucidez que se aprecia desde fuera es que adelantaron
la partida una hora, madrugando como panaderos, de forma que a las 7,50
horas ya estaban subiendo.
Salieron
del puerto de Navacerrada, y el primer hito, con el relente de la
mañana, fue la Bola del Mundo. A pesar de todos los augurios de una
temperatura asfixiante, bastante viento y ocasionales nubes hicieron la
travesía llevadera – o lo que ellos entienden por eso – hasta las tres
de la tarde. Tal vez su magnífica reciente graduación puso alas en los
pies de Elías, que no necesitó el carro del profeta homónimo para subir y
bajar como una bala.
Después
de la mal llamada Bola del mundo vino Cabeza de Hierro Menor, después
la Mayor, el Collado de Peña Vaqueros, el de Las Zorras (dicho séa sin
ninguna connotación machista), y más adelante, uno de los topónimos más
hermosos de Guadarrama: Asómate de Hoyos.
Aunque
los testigos interrogados no lo dejan claro, parece que más o menos a
esta altura, alentado por la pureza de aire y quién sabe si por el
pastel de puerros y gambas y tortilla que se había llevado, Reinaldo
dejó salir a borbotones su cultura enciclopédica y sacó a colación la
Batalla de Simancas. Otros no tenemos tanta información, pero disponemos
de la Wikipedia. Por ella he sabido que está batalla enfrentó a Ramiro
II de León y sus huestes a 100.000 musulmanes enviados por Abderramán
III, quien con la sobriedad que caracteriza a los poderosos bautizó la
operación como Campaña del Supremo Poder. Atravesaron la sierra
de Guadarrama por el Puerto de Tablada. Este es el único nexo que se me
ocurre para el relato de Reinaldo, que concluía, con toda la razón, que
el que está arriba gana. Los yihadistas bajaron, llegaron a Simancas, y
los cristianos, con la inestimable ayuda de un eclipse y la aparición de
San Millán, les dieron para el pelo.
A
estas alturas y de la Loma de Bailanderos, el calor apretaba hasta el
final de la excursión. Para facilitar las cosas, distraídos por los
relatos históricos que hemos descrito de forma somera, subieron, tal vez
por accidente, la Najarra. Esta subida es la que quiere la ortodoxia
que forme parte de la travesía. Pero de grandes ortodoxias están las
sepulturas llenas, y podrían haber acortado un poco el peregrinaje.
Mientras
tanto, en el campamento base, este cronista oteaba el cielo tratando de
avistar algún helicóptero de la Cruz Roja con tres montañeros a bordo
maltrechos por un golpe de calor.
Lo
cierto es que llegaron al Puerto de la Morcuera a las 16,30 horas, con
hora y media de adelanto sobre el horario previsto. Allí les esperaba
abnegadamente Rafa (¡muchas gracias!). Tomaron unas cervezas, y fueron
devueltos a su vehículo en Navacerrada.
Madrid,
que siempre sabe premiar a sus héroes, les obsequió con sendos atascos
en Las Presillas y en la carretera de la Coruña, no fuera a ser que
cayeran en la molicie.
José Luis Agud (montañero consorte)
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