16/6/2019 Montañismo: Puerto del Reventón: Reinaldo Vazquez





Había muy poca gente apuntada a esta excursión. Francisco Vaquero y Elías Rodríguez, A mí la distancia a la que se encuentra La Granja me echa atrás. Ya me ocurre con el valle de Lozoya, encajonado entre el desdoblamiento de la sierra madrileña. Pienso que tiene lugares preciosos, pero que no compensa la distancia. En este caso, incentivado por los comentarios, crónica y fotos de los senderistas que habían realizado el chorro grande del Cambrones unas semanas antes y por mi compañera de destino que se había ido desde Rascafría a La Granja y vuelta en la misma semana decidí apuntarme porque ver el chorro merece la pena. Mi compañera me había dicho que ni en la ida ni en la vuelta lo habían visto, que lo recordaba malamente de cuando habíamos hecho juntos ese recorrido. Pensé: como puede ser tan torpe la gente para subir el Reventón y no visitar esa maravilla de agua corriendo.
Posteriormente, cerrado el plazo oficial, se apuntó José del Campo. El único que salía de Madrid era Elías por lo que le propuse ir juntos. Quedamos en la capilla de La Florida y cuando llegué me esperaba allí. Recordé a Mar y Rosa y las diferencias entre el cerebro femenino y el masculino. Mi conclusión es que Elías se orientaba mejor.
Seguimos en mi coche hasta La Granja sin más problema que la amenaza constante de la presencia de un radar móvil. José nos esperaba en el aparcamiento frente a la fábrica de cristal. Nos siguió hacia la urbanización donde habíamos quedado con Francisco. Elías sacó su teléfono y Google Maps nos guío en contra de mi memoria, cuando habíamos dado una vuelta en círculo y empezábamos la segunda vuelta me rebelé contra Google y apliqué mi criterio, en tres minutos avistamos a Francisco que había salido a la carretera. Los tres coches continuamos hasta el portillo de la calle Fuente de los Infantes.
Después de este incidente pensé que no se trataba de diferencias entre el cerebro masculino y el femenino. No, el hecho diferencial se encuentra en cerebros abducidos por Google y cerebros que se resisten a ser fagocitados por los habitantes de ese exoplaneta que atrofia las cualidades innatas de los humanos.
Yo era el guía, pero está visto que no tengo autoridad o no me quiero imponer. Mi neoliberalismo me traiciona. Elías se había descargado anoche la ruta que íbamos a hacer. Cuando llegamos a la primera bifurcación dije a la izquierda, pero el satélite dijo a la derecha. Insistí, el chorro grande del Cambrones está a la izquierda, pero quien iba a luchar contra un satélite: fuimos a la derecha. Por fin llegamos al camino que sube desde la tapia del palacio, bueno y con una pendiente constante. Allí nos preguntó un corredor si seguía el camino de la derecha o el de la izquierda ya que quería ver el chorro. El satélite contestó que el de la izquierda, menos mal que ni él ni nosotros lo seguimos, por una vez me impuse. El de la izquierda era un cortafuegos que lo había recorrido hace años con Jesús Extramiana.
Francisco tiró hacia arriba fuerte, como se creía el más joven tenía que dar ejemplo, y Elías le siguió. Tuve que sacar a Francisco de su error, lo tomó con incredulidad, ¿cómo yo con mi pinta decrépita pretendía ser más joven?
Llegamos a la Fuente del Infante, siempre la he conocido en singular, a pesar de que la calle emplee el plural. Desde allí seguimos sin tanta pendiente paralelos a una tapia de piedra que llega hasta el portillo del Reventón. Una vez en el portillo hicimos una pequeña subida adicional hasta el hito del punto geodésico. Hicimos dos paradas, una en cada sitio y Francisco nos aleccionó en como comprar billetes baratos para vuelos y nos asombró con sus interminable viajes y excursiones. Pude recordar con él la laguna Negra, en la provincia de Soria, cerca ya de Montenegro de Cameros, el único pueblo de Cameros fuera de La Rioja, las lagunas de Neila cercanas a Quintanar de la Sierra en la provincia de Burgos, y el rio Lobos, a caballo entre ambas provincias, desde la burgalesa Hontoria del Pinar hacia al soriano Burgo de Orma. La verdad es que no para. Y le da tiempo como a Elías de hacer una carrera más. Con el calor que hacía hoy, Francisco no venía disfrazado de papá noel bonachón. Tampoco nos ha hecho un calor excesivo.
A partir de la Fuente del Infante, prácticamente de la misma tapia de piedra, surgen cada cierto tiempo manantiales, cabezas de arroyos. Se trata de un semicírculo bastante plano y los pequeños arroyos son como los radios de esa figura. Nos explicó un geólogo en la excursión que hicimos con Jesús que allí hay una placa de granito que recoge el agua de los montes circundantes y que aflora al llegar a la placa. Se juntan los regatos en el centro generador del semicírculo y forman el caudal del Cambrones que abastece generosamente el chorro. Al llegar a la prolongación del río propuse girar para ver el chorro, advertí que podía en algunos tramos ser difícil. Nuevamente se impuso Google, debíamos seguir un poco más y torcer a la derecha, era más fácil. Así lo hicimos desgraciadamente.
José del Campo había oído mis comentarios y decidió seguir por el camino por el que habíamos subido, le propusimos ir con él, pero lo rechazó con unos argumentos geniales, 1º. tenía tendencia a caerse, 2º no le gustaba caerse, y como no le importaba bajar solo, pues nos dejaba, él prefería el camino bueno conocido. Bajamos por el cortafuegos ya recorrido en la excursión con Jesús, la bajada de gran pendiente y con arena suelta, una pesadez que nos hizo ir muy despacio, tanto que a pesar de que José caminó el triple que nosotros, únicamente le sacamos un minuto. Como habréis podido imaginar ni nos acercamos al agua. Me acaban de mandar una conferencia donde se dice que el estereotipo de nuestra propia vida se convierte en profecía, y que las personas optimistas sobre si mismas viven siete años y siete meses más que las que tienen una autovisión pesimista, las primeras desarrollan el hipocampo. Recuerdo otra donde se decía que el senderismo especialmente por terreno no uniforme también lo hace. Si ambas cosas están conectadas, andar por terreno abrupto, si no te matas, alarga la vida. José no creo que con tu actitud cumplas sesenta años.
Francisco nos llevó al hogar del jubilado “San Luis” supongo que en honor a nuestro único rey de ese nombre muy vinculado con el real sitio. En la subida conté las andanzas de su esposa doña Luisa Isabel de Orleans, pero no es propio reproducirlas por escrito en este sitio. Allí nos invitó Elías al aperitivo, unas cervezas sin alcohol malas, pero acompañadas de doce pescaditos en gabardina, sepia empanada (4), mejillones, dos cruasanes rellenos de jamón y queso partidos por la mitad, aceitunas, pan y algo que se me olvidará seguro. Todo ello con la conversación que pusimos nosotros. Mar habría sido tu envidia. Además, por seis euros.
Los de fuera se quedaron a comer judiones, codornices y huevos fritos con chorizo. Los de Madrid volvimos. Yo iba enfadadísimo, había ido par ver el chorro grande y no lo había visto, era el guía y Google se había entrometido. Formé mi firme decisión de no volver a una excursión de los montañeros. Cuando dejé hoy al mediodía a Elías en su coche le dije: “¿Nos veremos el viernes?” Contestó “Sí, iré. Me apetece mucho la marcha nocturna a Peñalara”. Repliqué: “A mí también”.
Os invito a todos, senderistas y montañeros a que no faltéis. Un abrazo a todos.
Reinaldo

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