De camino a ese bello pueblo que es la Hiruela, perteneciente a la Sierra madrileña del Rincón, declarada Reserva de la Biosfera en 2005, me asaltó la duda ¿podremos realizar la ruta sin que nos caiga un chaparrón?
Llegué
la primera al aparcamiento situado a la entrada del pueblo seguidamente
aparecieron poco a poco el resto de senderistas: Elena, José Vicente,
Begoña, Rafa. Y nuevas incorporaciones al grupo: Aida, Conchita, Marisa,
Mª Sol y Pedro. Presiento que volverán a alguna ruta más con nosotros
porque les hemos convencido de lo maravilloso que es nuestro grupo y las
estupendas rutas que hacemos.
Comenzamos
la ruta adentrándonos en la Hiruela callejeando hasta llegar a la
Iglesia donde nos desviamos para tomar el sendero. La senda discurre por
verdes riberas, sotos de álamos, matorrales de cantueso y mejorana que
nos permiten disfrutar de su aroma.
Intentamos
cruzar el río por una especie de dique al que yo nombré como caz y José
Vicente me dijo que era un azud. Pues bien, creo que ambos estamos en
lo cierto. Un caz es un canal que recoge agua y lo conduce de un lugar a
otro y un azud es una construcción o barrera de un arroyo con el fin de
derivar parte de dicho caudal a las acequias. Era tal el caudal de río
que no pudimos cruzarlo. Tuvimos que seguir paralelos al río y ascender
la montaña entre bloques de pizarra que se encontraban bastante
resbaladizos hasta llegar a un puente de madera que nos condujo a un
enorme prado, donde contemplamos las ruinas del molino de Juan Bravo, el
molino harinero de la Hiruela y el aula apicultora. Allí en el área
recreativa nos sentamos en los bancos de madera para reponer fuerzas e
hidratarnos con agua.
Proseguimos
la marcha observando un antiguo colmenar tradicional. Se trata de un
terreno comunal compartido por cinco familias dedicadas a la apicultura.
Actualmente parecía estar en desuso.
Rafa
propuso subir hasta una loma pensando que se podría observar mejor el
colmenar. Desde lo alto de la loma, lo que contemplamos fue una bella
panorámica del paisaje, del pueblo y del valle del Jarama.
Cruzamos
la carretera y nos dirigimos hacia la Carbonera que en otros tiempos
sirvió de medio de subsistencia en la Hiruela. De ella se obtenía carbón
vegetal de brezo y roble que posteriormente se vendía en las
poblaciones cercanas.
Continuamos
por una pista por la cual nos fuimos encontrando vacas con sus
respectivos ternerillos. Intentamos no perturbarlas y así evitar algún
sustillo.
Nos
fuimos adentrando en un bosque de enormes robles de abrumadora belleza.
Pero comenzamos a escuchar que se nos acercaba una tormenta y decidimos
dar media vuelta.
Tomamos
un atajo para llegar antes al pueblo y nos encontramos con la sorpresa
de una pequeña imagen de la Virgen de Lourdes situada en una hornacina.
Una vez en el pueblo tomamos nuestra cañita y de regreso a casa.
Feliz semana a todos amigos. Bss
Pilar Caridad Ruano
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