Crónica de Montañismo: Subida al Yelmo: 8/10/2017
Nutrido grupo de montañeros que entre dos luces arrancan los motores rumbo a la aventura de hoy.
Nos
espera el pico con nombre de histórico casco y ascensos con pies y
manos, y eso tenemos que admitir que nos motiva a llegar puntual.
Abigarrada llegada al aparcamiento, siempre lleno, eternamente sin cobertura y con olor a pollo asado.
Comienzo
de ruta y 13 montañeros que a las 8.30 comienzan con la ilusión de ver
amanecer desde la altura, como lo hacen los pájaros.
Hoy
el laberinto de piedras y crestas de luz, nos muestra sus primeros
ocres, más por este eterno verano, que por la llegada de la estación que
cubre el suelo con colcha de hojas de infinitos colores pastel.
Ascenso
de sal en la lengua y pulmones llenos de oxígeno, pieles húmedas y la
mano solidaria del compañero que espera o que te brinda su apoyo.
Son
las 11 y llegamos a la base del esquivo Yelmo, que nunca se deja
coronar fácilmente. Allí nos muestra su cicatriz por la que ascender en
fila de a uno, porque la montaña impone su ritmo.
Dicen
que un mal paso en la vida, lo da cualquiera, pero en la montaña,
puedes dar varios en el mismo día y nuestra compañera María se accidenta
y en unos minutos la vemos elevarse en alas de acero, apoyada en las
manos solidarias de los compañeros que prefieren ayudar a la montañera
caída que culminar una cumbre siempre huidiza.
Berg Heil con foto y banderas, que con los tiempos que corren es bueno reivindicar los símbolos que nos unen a todos.
Descenso con quebranto de rodillas, que las rótulas no fueron creadas para tanto golpeteo y piedras.
Fin de la aventura a las 14 h.
Atrás
quedan 9 kilómetros, 14.000 pasos, 1.100 m de desnivel acumulados,
muchas sonrisas, un sol maravilloso de este otoño de temperaturas
equivocadas y los increíbles paisajes de rocas en equilibrio imposible
de este mar de piedras.
Nos vamos con la ilusión de volver pronto.
Os
ofrecemos esta crónica a los que no habéis podido venir, pero nos
habéis recordado en algún momento, a nuestra compañera María que se ha
perdido la última parte, pero que deseamos que vuelva pronto
restablecida a disfrutar de las montañas con nosotros, a nuestros
compañeros los senderistas, que cuando miran hacia arriba, parecen creer
vernos, a los que nos esperan en casa, con la ilusión de que les
contemos la aventura del domingo y a todos los que con su abrazo, nos
dan fuerzas para seguir ascendiendo en la montaña y fuera de ella.
Un
fuerte abrazo a todos de Antonio, Toño, Pablo , Felix , Sandra , Chelo ,
Mar , Rosa, Reinaldo, María, José Antonio, y el cronista, que escribe
lo que quisiera que pudierais sentir todos vosotros. Os esperamos la
próxima semana. Buena semana a todos.
Emilio
Crónica de Senderismo: Investigando por Canencia; 8/10/2016
Rafael García Puig (Guia), Marisi Pallares, Margarita Ruiz, José Vicente Almela, Alfonso Simón, Carmen Vázquez
Allá nos fuimos detrás del jefe Rafa, “a investigar”.
El
puerto de Canencia no necesita investigación alguna, y a la hora
prevista estábamos los seis aparcados y en diez minutos en marcha.
Emprendimos
la subida, por un bosque que está fresco, e increíblemente húmedo; no
es que corra casi agua por los riachuelos, ni por las pequeñas caídas de
agua que conocemos, pero sí se mantiene una humedad que aquí abajo no
hemos vivido en meses. El espectáculo de los pinos, de altísimo porte,
es para disfrutarlo.
Ascendimos
doscientos metros en no más de tres km, por una pista que era mejor
que una alfombra, de fácil y suave a la pisada. Nos resultó algo
esforzada la subida, y tras ella llegamos a una pista-cortafuegos
enorme, recién abierta o reparada, por lo que el piso era incómodo por
pedregoso y algo embarrado, y con ello empezamos a “investigar”. Valió
la pena porque las vistas desde unas peñas que alcanzamos tras otra
pequeña subida eran magníficas, y la climatología perfecta.
Al
bajar, en una hermosa y amplia zona de pasto, también jugosa, la
investigación se basó en una certera pregunta de comprobación de Rafa a
unos caminantes que nos indicaron la posibilidad de rodearla hasta la
pista que en unos tres km nos llevó de nuevo al puerto. La distancia
indicada con antelación por Rafa la clavamos: 10 km casi exactos.
Algunos,
hacía meses que no habíamos salido a la montaña, desde el inicio del
verano, y nos quedamos con más ganas si cabe de emprender nuevas y
agradables rutas durante el otoño.
Margarita
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